LECCIÓN 9
¿“No
es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar
las cargas de opresión, y dejar libres a los quebrantados, y que rompáis todo
yugo? (Is. 58: 6).
OBJETIVOS:
Introducir al lector
creyente, en el mundo sobrenatural de la liberación de espíritus inmundos,
utilizado los métodos enseñados por Jesucristo .
9. 1. Notas preliminares
Hay otras cadenas
especiales, que atan a las personas impidiendo la victoria espiritual, y que es
necesario romper por el poder de la Palabra (Mt. 8: 16; Mr. 11: 23), y en el
nombre de Jesucristo (Lc. 10: 17), renunciando a toda falsa doctrina y pidiendo
perdón por todo pecado, aún desde nuestros antepasados (Ex. 20: 5; Sal. 37:
28c). Pero antes de entrar en este tema es importante pedir la protección
divina para nosotros y nuestros seres queridos, a través de la sangre de
Jesucristo. Una oración guía puede ser:
Amado padre celestial, te entregamos estos momentos pidiendo la
guía de tu Santo Espíritu. Levanta
alrededor nuestro y de todos nuestros seres queridos, un cerco
de protección con la sangre de tu Hijo Jesucristo; declaramos y creemos que
nuestras vidas están en tus manos (Jn. 10: 29), bajo tu protección personal, que Cristo nos
guarda y el maligno no nos toca (1ª Jn. 5: 18); que tú nos has dado autoridad para pisotear
serpientes, escorpiones y sobre toda fuerza del enemigo y nada nos podrá dañar (Lc.
10: 19); en el nombre de tu Hijo
Jesucristo, amén y amén.
De igual manera, si vamos a examinar esta lección con personas que han
estado en ocultismo y/o doctrinas satánicas, se recomienda estar en ayuno y
alabanza (1ª S. 16: 14-23; Sal. 22: 3; Mt. 17: 14-21; Mc. 9: 17-29) y en
compañía de personas que tengan conocimiento de la Palabra, sean llenos de
Espíritu Santo, posean alguna experiencia en guerra espiritual y expulsión de
demonios y sepan afrontar alguna manifestación satánica que se pueda presentar
durante nuestra oración (Mc. 1: 23-27; 5: 2-13). En cualquier caso debemos
estar alerta y si no contamos con la compañía de personas expertas en
liberaciones satánicas, recordemos que, si hemos pedido perdón por nuestros
pecados, y orado al Padre Celestial pidiendo ser llenos del Espíritu Santo y
cubiertos con la sangre del Señor Jesucristo, ningún demonio nos podrá dañar
(Mc. 16: 17-18; Lc. 10: 17-19; 1ª Jn. 1: 9 y
5: 18; Hch. 1: 8; Ap. 12: 9-11). El mismo Espíritu Santo será el que nos
guíe y nos enseñe lo que debemos hacer en cada caso (Jn. 14: 26). Pero es
pertinente estar alerta, en oración y alabanza permanentemente. A continuación
examinaremos las ataduras más comunes en las personas:
9. 2. Idolatría
Es poner el corazón en
personas, objetos o cosas diferentes a Dios, permitiendo que ocupen el primer
lugar en nuestra vida.
9. 2. 1. El culto a las imágenes: Es abominable a Dios, y
trae entre muchas otras maldiciones,
confusión, derrota y vergüenza:
“No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en
el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás
a ellas ni las honrarás, por que Yo Soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que
visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación de los que me aborrecen” (Ex. 20: 4-5).
“Guardad, pues, mucho vuestras almas; pues ninguna figura visteis
el día que Jehová habló con vosotros en medio del fuego...” (Dt.
4: 15-20).
“Serán vueltos atrás y en extremo confundidos los que confían en
ídolos, y dicen a las imágenes de fundición: Vosotros sois nuestros dioses” (Is.
42: 17).
“Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de
hombres. Tienen boca y no hablan, tienen ojos y no ven, tienen orejas y no
oyen; tampoco hay aliento en sus bocas. Semejantes a ellos son los que los
hacen, y todos los que en ellos confían” (Sal. 115: 4-8 y 135: 15-18).
“No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como
ellos hacen; antes, los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus
estatuas. Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y Él bendecirá tu pan y tus
aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti. No habrá mujer que
aborte, ni estéril en tu tierra; y yo completaré el número de tus días. Y yo
enviaré mi terror delante de ti, y consternaré a todo pueblo donde entres, y te
daré la cerviz de todos tus enemigos” (Ex. 23: 24-27).
“¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que
seamos semejantes?. Sacan oro de la bolsa, y pesan plata con balanzas, alquilan
un platero para ser un dios de ello; se postran y adoran. Se lo echan sobre los
hombros, lo llevan y lo colocan en su lugar; allí se está y no se mueve de su
sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación. Acordaos de
esto y tened vergüenza; volved en vosotros prevaricadores. Acordaos de las
cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque Yo Soy Dios y no hay otro
Dios, y nada hay semejante a mí” (Is 46: 5-9).
“¿De qué sirve la
escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición que enseña
mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra? ¡Ay del
que le dice al palo: Despiértate, y a la piedra muda: Levántate! ¿Podrá él
enseñar? He aquí está cubierto de oro y plata, y no hay espíritu dentro de él” (Hab. 2: 18-19).
“Ninguno de los que
hacen ídolos vale nada, y para nada sirven los ídolos que ellos tanto estiman.
Los que les dan culto son ciegos y estúpidos, y por eso quedarán en ridículo.
El que funde una estatua para adorarla como si ella fuera un dios, pierde su
tiempo. Todos los que la adoren quedarán en ridículo. Si todos juntos se
presentaran a juicio, quedarían humillados y llenos de terror. Veamos qué hace
el herrero: toma su cincel y, después de calentar el metal entre las brasas, le
da forma a golpes de martillo. Lo trabaja con su fuerte brazo, y si no bebe
agua, se cansa. O veamos al escultor: Toma las medidas con su regla, traza el
dibujo con el lápiz y compás y luego lo trabaja con escoplo; así hace una
estatua dándole la figura de una persona e imitando la belleza humana, y luego
la instala en un templo. O también, alguien planta cedros y la lluvia los hace
crecer; después tendrán cedros para cortar. O si prefiere cipreses o robles,
los cuidan en el bosque hasta que están bien gruesos. Luego la gente los usa
para hacer fuego; se llevan unos pedazos para calentarse con ellos; se llevan
otros para cocer pan; y otros pedazos los usan para hacer estatua de un dios, y
se inclinan ante ella para adorarla. O también la mitad de la madera la pone
uno a arder en el fuego, asa la carne, se come el asado y queda satisfecho.
También se calienta con ella, y dice: "¡Qué bien se está junto al fuego;
ya estoy entrando en calor!” Y de la madera sobrante hace la estatua de un
dios, se inclina ante ella para adorarla y suplicante le dice: “ ¡ sálvame,
porque tú eres mi dios ¡ “ Esa gente no
sabe, no entiende; tiene los ojos tan ciegos que no puede ver, y el
entendimiento tan cerrado que no puede comprender. No se ponen a pensar, les
falta entendimiento para comprender y decir: “la mitad de la madera la puse a
arder y en las brasas cocí pan, asé carne y me la comí; del resto hice esta
cosa detestable, ¡y lo que estoy adorando es un pedazo de palo!“.
Verdaderamente, es como comer ceniza. Es dejarse engañar por ideas falsas. Esas
personas no podrán salvarse. No serán capaces de entender que lo que tiene en
sus manos es pura mentira” (Is. 44: 9-20, Biblia Católica “Dios Habla Hoy”).
“Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad
sea semejante a oro, plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de
hombres. Pero Dios habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (Hch.
17: 29-30).
Como podemos ver, el culto
a las imágenes es algo que Dios rechaza y su maldición cobija hasta la cuarta
generación (Ex. 20: 5). Y los Salmos 115: 8 y 135: 18, nos hablan de una
maldición especial: “Semejantes
a ellos (a los
ídolos) son los que los hacen y
cualquiera que confía en ellos”. Que semejante a la imagen objeto de idolatría,
es el fabricante de la imagen o el que le rinde culto confiando en ella.
Además, el culto a las
imágenes incluye un pacto de idolatría cuando un niño o un adulto son ofrecidos
o consagrados a un ídolo, y esto ata a la persona a un demonio de idolatría y a
una cadena de idolatría y de esclavitud de pecado : “Y los otros hombres que no fueron muertos por esas plagas, ni aun
así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los
demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera,
las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de sus
homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” (Ap.
9: 20-21) Ahora que hemos reconocido como único Señor y Salvador a Jesucristo vivo, resucitado y glorioso, es
pertinente, romper esos pactos que nos ataron por culpa de nuestra ignorancia a esos falsos dioses. Por que en
Romanos 10: 9, la afirmación es muy clara: “Que si confesares con tu boca que Jesucristo es el Señor y
creyeres en tu corazón que Dios le levantó de entre los muertos, serás salvo”. Es el
Señor Jesucristo, resucitado y victorioso (no el niño Jesús, ni el señor caído,
crucificado o muerto), el que nos puede salvar o sanar. Cuando el Señor
Jesucristo estaba en la cruz, el Padre cargó sobre Él todos nuestro pecados,
nuestros dolores, y nuestras enfermedades (Is. 53: 4-6; 1ª P. 2: 24), y todo
esto quedó crucificado en la cruz y vencido cuando Cristo resucitó (Col. 2:
13-15). El niño Jesús no llevó nuestros pecados, ni nuestras enfermedades; por
eso no puede salvarnos ni sanarnos. Tampoco lo puede hacer un muñeco pintado en
la pared, ni un crucificado que nunca baja de la cruz, “que tiene ojos y no puede ver, tiene boca y no
puede hablar...” (Sal. 115: 4-7), o que permanece muerto en
brazos de una madre que nunca deja de llorar como la pintan en la imagen de “las angustias”.
Recordemos que si veneramos esas imágenes terminaremos siendo iguales a ellas
(Sal. 115: 8). Ahora que hemos aprendido que a Dios no lo podemos representar
en ninguna escultura o imagen fabricada por manos humanas ni por un muñeco
pintado en la pared (Is. 46: 5; Hch. 17: 29) es tiempo de pedir perdón por toda
la idolatría nuestra y de nuestros antepasados, renunciando sinceramente a esta
forma de culto, y empezar a adorarlo como Él mismo nos enseñó: “En Espíritu y en Verdad” (Jn. 4: 24). Una oración
guía puede ser:
Amado padre celestial, yo creo que tú estás vivo en mi
corazón y de ahora en adelante decido adorarte espiritualmente. te pido
perdón por haber creído que tú podías ser representado por un muñeco pintado
por las manos contaminadas de los hombres y colgado en la pared o una figura
tallada por un escultor pecador. Perdona todo el culto a las imágenes que
practicamos mis antepasados y yo; ahora mismo rompo todo pacto con que mi vida
haya sido consagrada a los ídolos y anulo cada palabra que me esté atando a los
demonios de idolatría; rompo esas cadenas, y rechazo y arrojo para siempre de
mi vida todo demonio de idolatría que esté contaminando mi vida, y renuncio
para siempre a ese tipo de culto; en el
nombre de tu Hijo el Señor Jesucristo, amén y amén.
Es necesario anular cada
pacto específico con que hayamos sido atados a cada una de las imágenes,
renunciando a cada ídolo y a lo que cada uno representa. Así, el culto a la
virgen de las angustias trae como maldición, angustia y dolor; el culto al
señor caído, trae maldición de derrota y sufrimiento; la consagración al mal
llamado “sagrado corazón de Jesús”, coronado de espinas, atravesado por un
puñal y sangrando todo el tiempo, trae maldición de ligaduras sentimentales,
dolor, sufrimiento y muerte; el culto al “divino niño”, conlleva enanismo
espiritual, vanidad, blasfemias, etc. Porque “semejantes a los ídolos son los que los fabrican y cualquiera que
confía en ellos” (Sal. 115: 8; 135: 18).
Analicemos que el verdadero
corazón de Jesucristo está lleno del fruto del Espíritu Santo que es amor,
gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio
(Gál. 5: 22-23). Jesucristo es la Vida, no pude ser representado por una imagen
de muerte como lo es un corazón apuñalado y sangrante.
Ahora bien, el ídolo en sí
no tiene ningún poder (Jer. 10: 5); es el resultado de poner nuestro corazón en
él, de confiar en la imagen como si pudiera representar a Dios (Is. 46: 5), lo
que hiere el corazón del Señor y trae la maldición. Recordemos que el incrédulo
es el que tiene que ver para creer (Jn. 20: 26-29). Los creyentes en cambio, no
necesitamos ver imágenes para creer en nuestro Creador.
9. 2. 2. Otros ídolos
Hay muchas formas de
idolatría, diferentes a venerar imágenes. También es poner el corazón en
personas, intereses económicos, sociales, familiares, personales, etc.
El rendir culto a las
criaturas (la virgen María, los santos, el papa, los ídolos del deporte, de la
farándula; animales como los de los horóscopos o la serpiente emplumada, el
dragón, las mascotas domésticas, las personas que nos rodean, etc.) antes que
al Creador, trae consigo como maldición, la cauterización de la conciencia y
lleva a la caída en todo tipo de abominaciones y pasiones vergonzosas pues Dios
deja que el pecado nos esclavice. El apóstol Pablo dice que por cuanto “Cambiaron
la gloria del Dios incorruptible, en semejanza de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia,
en la concupiscencia (malos deseos) de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios
cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando
culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos.
Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus
mujeres cambiaron el uso natural por el
que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo
hechos vergonzosos, hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la
retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a
Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no
convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad,
avaricia, maldad,; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos,
soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios,
desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo
entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de
muerte, no sólo las hacen sino que también se complacen con los que las practican” (Ro. 1: 23-32).
“Maldito aquel que confía en el hombre, que pone su confianza en
la fuerza humana” (Jer. 17: 5, R.V. 1995).
Por eso es idolatría cuando
se pone el corazón exageradamente en los líderes, en los consejeros, en los
pastores, cambiando los muñequitos de oro, plata, yeso, tela o papel, por
muñequitos de carne, para tomarlos como intercesores delante de Dios.
Recordemos siempre que nuestro principal intercesor es Jesucristo (Ro. 8: 34;
He. 7: 22-25). Es verdad que debemos apoyarnos en oración unos a otros (Hch.
12: 6; Ef. 6: 18-20; 2ª Tes. 3: 1-2; Stgo. 5: 16; etc.), pero nunca volvernos
dependientes de la oración de otros.
Somos idólatras de una
religión o de una denominación, cuando trabajamos para ella solamente y no para
el reino de Dios (Lc. 9: 49-50).
Somos idólatras cuando en
el hogar, en la familia, en el noviazgo, en el trabajo, en el estudio, en el
deporte, en la música, etc., los ponemos en el primer lugar, relegando a Dios a
un segundo plano (Lc. 9: 59-62).
La avaricia también es
idolatría (Col. 3: 5)) porque es poner la esperanza en las riquezas (1ª Ti. 6:
17) y la paga de este pecado la describen muy bien Pablo y Santiago en 1ª Ti.
6: 7-10 y Stg. 5: 1-4.
La gula es idolatría de
nuestro propio vientre (1ª Co. 10: 7; Fil. 3: 19)) y trae como consecuencias
enfermedades digestivas, de la circulación y del metabolismo (alteraciones en
los niveles de azúcar, grasas, proteínas, etc., en el organismo), porque “Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios lo destruirá a él” (1ª
Co. 3: 17). Es la misma maldición que viene para los que profanan su cuerpo con
inmoralidad sexual (1ª Co. 6: 18), o lo
dañan con alcoholismo o drogadicción, masoquismo, deportes que dañan el cuerpo,
o cualquier forma de violencia, etc. De
hecho, la inmoralidad sexual también es idolatría pues es poner nuestro corazón
en nuestro propio cuerpo antes que en Dios.
Una forma bien camuflada de
idolatría es el temor (Is. 51: 12-13; Jer. 1: 17; Mt. 14: 30-31) que nos hace
poner el corazón en los problemas antes que en el Todopoderoso, impidiendo que
su gloria se pueda manifestar en nosotros.
Como hemos podido analizar,
la idolatría trae maldiciones específicas. Pero lo más terrible es que los
idólatras no heredarán el reino de Dios (1ª Co. 6: 9-10; Gá. 5: 20-21; Ap. 21:
8; 22: 15). Por eso es tiempo de pedir perdón por toda forma de idolatría. Un
ejemplo de oración para este caso podría ser:
Padre celestial, reconozco que he sido idólatra rindiendo culto a
criaturas, a imágenes creadas por el hombre y a cosas materiales, poniendo mi
corazón en ellas antes que en ti. Ahora me humillo en tu presencia y te pido
perdón por ello, y renuncio a seguir en estas prácticas que hieren tu corazón.
Anulo toda consagración que me esté ligando a cualquier forma de idolatría y
rompo esas cadenas que han atado mi vida. En el nombre de tu Hijo Jesucristo,
amén y amén.
Ex. 34: 17; Lv. 19: 4; Dt.
4: 15-24; Is. 2: 20-22; 30:19- 26; 31:7; 40: 18-25; 45: 16, 20; Jer. 10: 1-16;
25: 6; Os. 13: 4-9 y 14: 8-9; Hch. 10:
25-26; Ap. 19: 10 y otros pasajes tomados de la concordancia, serán un buen
complemento en el tema de la idolatría.
9. 3. Ocultismo
Incluye el culto a los
muertos (“almas del purgatorio”, culto a los santos, invocación de espíritus
como el de José Gregorio Hernández, y otros muertos en general, etc.),
adivinación, amuletos, contras, agüeros, hechicerías, sortilegios,
encantamientos, amarres, música satánica, magia blanca o negra, pactos
satánicos en general, control mental, reencarnación, yoga, rosacrucismo, tabla
oija, guías espirituales, conjuros, hipnosis, telepatía, péndulos, horóscopos,
mediums, etc.
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por
el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni
hechicero ni encantador, ni adivino ni mago ni quien consulte a los muertos.
Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por
estas abominaciones, Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti” (Dt. 18:10-12).
“No os volváis a los encantadores ni adivinos; no los consultéis,
contaminándoos con ellos” (Lv. 19: 31).
“Y la persona que atendiera a los encantadores (brujos), para
prostituírse tras de ellos, yo (Dios) pondré mi rostro contra la tal persona y
la cortaré de entre su pueblo” (Lv.20:
6).
“...deshago las señales de los adivinos y enloquezco a los
agoreros” (Is. 44: 25).
“Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al seol (sepulcro) no subirá; no volverá más a su casa ni su lugar
le conocerá más” (Job 7: 9-10).
“Mas el hombre morirá y será cortado; perecerá el hombre, ¿y dónde
estará él? Como las aguas se van del mar y el río se agota y se seca, así el
hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta que no haya cielo no despertará, ni
se levantará de su sueño” (Job 14: 10-12).
“...pero los muertos nada saben ni tienen más paga... y nunca más
tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Ec.
9: 5-6).
“Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y adivinos, que
susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a
los muertos por los vivos?. ¡A la ley y al testimonio!. Si no dijeren conforme
a esto, es porque no les ha amanecido. Y pasarán por la tierra fatigados y
hambrientos, y acontecerá que teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su
rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirarán a la tierra, y he aquí
tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán consumidos en las
tinieblas” (Is. 8: 19-22).
“Los egipcios quedarán desanimados y consultarán a los
ídolos: a los espíritus de los muertos, a las pitonisas y a los agoreros; pero yo frustraré sus planes. Dejaré que
crueles amos los dominen; un rey de mano dura los gobernará, afirma el Señor
Todopoderoso” (Is. 19: 3-4, Nueva
Versión Internacional).
Destierro, muerte, fatiga,
hambre, enojo, maldición, tribulación, tinieblas, oscuridad, angustia, malos
gobernantes, etc., son las maldiciones que traen las prácticas de todas estas
formas de ocultismo.
Si volvemos a analizar Lc.
23: 43, la afirmación de Jesucristo al malhechor, echa por tierra la existencia
del purgatorio, porque si realmente existiera el purgatorio, Jesucristo le
hubiera dicho algo así como: “Irás conmigo al paraíso sólo cuando tus
familiares paguen muchas misas por ti, para que sean purgados tus muchos pecados, y si
nó, tendrás que pasar mucho tiempo en el purgatorio. Pero
lo que Jesucristo le dijo fue: “HOY
estarás conmigo en el paraíso”. “HOY”.
Luego no hay lugares intermedios para los que mueren; infierno o paraíso, pero
nunca purgatorio.
Esto demuestra que las
“almas del purgatorio” tampoco existen, sino espíritus de las tinieblas que
vienen a hacerse pasar por las almas de los muertos.(1ª S. 28: 3-20). Son
espíritus engañadores de adivinación, de temor, de enfermedad, de muerte, de
ocultismo en general. El invocar espíritus como el de José Gregorio Hernández o
de otros muertos como nuestros seres queridos o, los de la tabla oija, etc. no
es otra cosa que invitar a demonios de ocultismo y posesiones satánicas, que
traen consigo las maldiciones que mencionábamos antes. Son abominaciones a
Dios, y abominación es algo que Dios aborrece especialmente.
El culto a las “almas del
purgatorio”, trae además espíritus de temor y adivinación, presencias de
sombras alrededor nuestro, pesadillas, sueños engañosos, enfermedad, muerte, etc.
Y no menos abominable es
toda forma de superstición (agüero), porque es poner el corazón en objetos y
cosas como espigas de trigo, uvas, una taza de chocolate o de café, el naipe,
el cigarrillo, el tabaco o cualquier otro instrumento de adivinación, y todas
esas creencias que contaminan los hogares, el 31 de diciembre entre otras
fechas.
En Isaías 44: 25,
encontramos una maldición adicional para los agoreros: “...deshago las señales de los adivinos y
enloquezco a los agoreros” Que el Señor enloquece a los agoreros. Hay
maldición de demencia para los supersticiosos. Y para los que confían en los horóscopos, la
maldición no es menor:
“...comparezcan ahora y te defiendan los contempladores de los cielos, los que
observan las estrellas, los que cuentan los meses, para pronosticar lo que
vendrá sobre ti. He aquí que serán como tamo; fuego los quemará; no salvarán
sus vidas del poder de la llama; no quedará brasa para calentarse ni lumbre a
la cual se sienten” (Is. 47: 13-14).
Y si todo esto junto con la
idolatría que practicamos por ignorancia, nos acarrea tanta maldición, cuánto
más será la hechicería practicada a propósito para dañar a las personas con
sortilegios, encantamientos, entierros, brebajes, pactos satánicos, etc.
“Y la persona que
atendiera a encantadores, para prostituirse tras de ellos, yo (el Señor) pondré
mi rostro contra tal persona, y la cortaré de entre su pueblo” (Lv. 20: 6).
Por eso es el momento de
hacer una pausa y orar pidiendo perdón por todo este tipo de ocultismo que
hemos visto hasta ahora:
Amado Padre Celestial, yo te pido perdón si mis antepasados
practicaron algunas de estas doctrinas de demonios y rompo esas cadenas
familiares, y te pido perdón por toda práctica que yo haya realizado de estas
mismas abominaciones, y en el nombre de tu Hijo Jesucristo, yo renuncio ahora
mismo a seguirlas practicando, y rompo todo pacto satánico que esté atando mi
vida a los demonios; anulo toda palabra y todo rito que hayan traído a mi vida
espíritus de las tinieblas, y encadeno todo hombre fuerte enviado de las
tinieblas que me esté dañando y lo arrojo de mi vida y lo sepulto para siempre
en lo más profundo de los abismos, en el nombre del señor Jesucristo, y le
ordeno que nunca más regrese a mí, y me declaro libre de todas esas ataduras y de
toda maldición. en el nombre del señor Jesucristo. amén y amén.
De igual manera si alguna vez dañé a alguien con hechicería, me
arrepiento y reconozco mi pecado y te pido perdón por eso y anulo toda esa obra
del enemigo en mi vida y en las vidas que resultaron afectadas por esas
prácticas. rompo todo hechizo, todo sortilegio, todo encantamiento, todo
conjuro con que yo los haya dañado, todo pacto satánico con que los haya
ligado, e invalido y neutralizo con la sangre de Jesucristo todo brebaje, todo
entierro y cualquiera otra obra de las tinieblas que yo hubiera utilizado para
dañarlos, y ahora echo fuera de esas vidas todo espíritu de hechicería, y
arrojo esos demonios a lo más profundo de los abismos, y declaro libres de
todas esas cadenas a estas personas, en el nombre del señor Jesucristo amén y
amén.
Y si otras personas me ataron con hechicerías, maldiciones, pactos
satánicos, sortilegios, entierros, brebajes, o cualquier otra obra del enemigo,
yo perdono a esas personas y rompo todas esas cadenas y declaro nulas en mi
vida todas esas obras del enemigo, destruidas por el poder de la sangre de
Cristo y del Espíritu Santo; y encadeno a todo hombre fuerte hechicería y a
todo enviado de las tinieblas que esté atando mi vida, y los arrojo a los más
profundo de los abismos, en el nombre del Señor
Jesucristo, y les ordeno que no regresen nunca más a mi vida. Me declaro
libre de todo ocultismo, de toda maldición, de toda ligadura, en el nombre
glorioso del Señor Jesucristo, amén y amén.
NOTA: Es pertinente no sólo renunciar en oración, sino
también en la práctica, destruyendo
todo objeto que tengamos en nuestro hogar y en nuestro sitio de actividad
diaria y que tenga que ver con agüeros, ocultismo, idolatría, etc., tales como
talismanes, fetiches, objetos utilizados en hechicerías, imágenes religiosas,
etc. Sólo entonces, podremos disfrutar de las promesas contenidas en Ezq. 18.
De igual manera los
tatuajes están prohibidos por Dios (Lv. 19: 28; 21:5) y traen a la persona
tatuada, cadenas y sufrimientos, maldición y muerte. Los tatuajes tienen un
trasfondo ocultista; por eso vemos cómo los satanistas se mandan tatuar todo el
cuerpo. Una oración para ser libre del poder de los tatuajes puede ser:
Padre Celestial, yo
te pido perdón por haber tatuado mi cuerpo, y renuncio a esos tatuajes y los
declaro sin poder en mi vida y rompo esas ataduras y me declaro libre para
siempre de esas obras de las tinieblas, en el nombre del Señor Jesucristo, amén y amén.
9. 4. Otras falsas doctrinas
En cuanto a las doctrinas
de la reencarnación ,no son menos satánicas que las anteriores, y están
orientadas por el espíritu del anticristo, pues niegan que Jesucristo es Hijo
de Dios hecho carne (1ª Jn. 2: 22-23; 4: 3; 2ª Jn. Verso 7). Afirman que
Jesucristo no murió ni resucitó, sino que sufrió un ataque de catalepsia,
cuando estaba en la cruz. Pero lo que dicen las Escrituras es que cuando los
soldados llegaron a donde Jesús estaba crucificado, lo encontraron muerto, pero
para estar más seguros, le abrieron el costado con una lanza (Jn. 19: 33-34). Y
más adelante cuando Jesucristo se apareció a los apóstoles y le dijo a Tomás “acerca tu mano y métela en mi costado” (Jn.
20: 27), su costado continuaba abierto.
Asimismo dicen que cuando
se apareció a sus discípulos, en realidad fue el cuerpo astral el que se hizo
presente. Pero en Lucas 24: 39, Jesucristo mismo les dice: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy;
palpad y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo
tengo”. Y en Lucas 24: 42-43,
afirma que ”le dieron parte de un pez
asado y un panal de miel, y Él lo tomó y comió delante de ellos”.
De igual manera afirman que
Jesucristo estuvo en la India estudiando las ciencias orientales. Pero en Lucas
2: 51-52, encontramos que Jesús estaba sujeto a sus padres, y “crecía en sabiduría, en estatura y gracia para
con Dios y los hombres”, y en Lc. 4: 16 dice que acostumbraba ir a la
sinagoga en el día de reposo. También en Marcos 6: 2-3, dice que muchos “se admiraban y decían: ¿De dónde tiene este
estas cosas? ¿ Y qué sabiduría es esta que le es dada, y estos milagros que por
sus manos son hechos?. ¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de
Jacobo, de José, de Juan y de Simón?. ¿No están también aquí con nosotros sus
hermanas?”. Si
Jesucristo hubiera estado en la India, ¿Cómo era que la gente se admiraba que
un carpintero supiera tanto?. En realidad la respuesta exacta la da el mismo
Jesucristo a los judíos que están preguntando: “¿Cómo sabe éste de letras
sin haber estudiado?. Jesús les respondió y les dijo: “Mi doctrina no es mía
sino del que envió” (Jn. 7: 15-16).
La reencarnación niega la
redención del hombre por el sacrificio de Jesucristo en la cruz, pues afirma
que el hombre debe reencarnarse a lo largo de muchas generaciones para ser
libre del “karma” (carga de maldiciones por el pecado desde sus antepasados).
Pero lo que la palabra de
Dios dice es que cuando Jesucristo estaba en la cruz, el Padre cargó sobre su
Hijo todos nuestros pecados (Is. 53: 6)
y que con una sola ofrenda Cristo nos santificó para siempre (He. 10: 10-14) y
crucificó el acta de decretos que había contra nosotros (Col. 2: 13-15). Por
eso es que Cristo le dice al malhechor que estaba en la cruz junto a Él: ”Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Porque Jesucristo sabía muy bien que su
sacrificio era más que suficiente para librarnos de toda maldición (Gá. 3: 13;
2ª Co. 5: 17). Es por eso que El Señor Jesucristo en el momento de morir dijo: “Consumado es” (Jn. 19: 30): porque él
sabía que con su sacrificio ya lo había hecho todo para darnos plena libertad y
salvación como él mismo lo había anunciado (Jn: 8: 36).
En otras palabras, Cristo
llevó nuestro “karma” y lo dejó
crucificado en la cruz para siempre. ¡Aleluya! ¡Gracias, Señor!.
Si la reencarnación
existiera, Cristo le hubiera dicho al malhechor algo así como “Sólo cuando te
hayas reencarnado muchísimas veces, podrás ser libre de ese terrible “karma”,
podrás ascender de nivel y alcanzar la purificación”. Pero la gloriosa
respuesta de Jesucristo, “Hoy
estarás conmigo en el paraíso”, echa por tierra todo argumento de esta falsa
doctrina de la reencarnación. Muchos años antes ya la Biblia nos había aclarado
que Dios forma el espíritu del hombre dentro del mismo (Zac. 12:1) y que cuando
el hombre muere su espíritu vuelve a Dios que lo creó (Ec. 12: 7). Complementemos
este tema leyendo Hebreos 9: 27-28: “Y de
la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para
llevar los pecados de muchos”. Y el control mental es otra forma de ocultismo
que el enemigo lo utiliza para contrariar la palabra de Dios, porque lo que
dice Jesucristo es que el que no dudare en su corazón, le
será hecho lo que dice (Mr. 11: 23). Que la fe que mueve montañas, está
en el corazón y se hace realidad por el poder de la palabra y nunca por control
mental. El control mental, la meditación trascendental, el yoga y los famosos
encuentros con “extraterrestres”, el esoterismo, etc., son prácticas que el
enemigo utiliza para apoderarse de la mente del hombre e introducir en él
posesiones satánicas y doctrinas mentirosas. Asimismo doctrinas como la
transmutación de energía sexual, están regidas por potestades de las tinieblas
que causan trastornos psíquicos funestos en las personas.
Y los que practican todas
estas doctrinas también afirman que el hombre es un dios cosa que de acuerdo a
la palabra de Dios fue lo que trajo la caída del hombre (Gn. 3: 5).
Ezequiel 28: 2-10 nos ilustra la ira de Dios
ante la irrespetuosa afirmación: “Así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto se
enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy
sentado en medio de los mares (siendo tú hombre y no dios)...Por cuanto pusiste
tu corazón como corazón de Dios, por tanto he aquí yo traigo sobre ti
extranjeros , los fuertes de las naciones, que desenvainarán sus espadas contra
la hermosura de tu sabiduría, y mancharán tu esplendor. Al sepulcro te harán
descender y morirás con la muerte de los que mueren en medio de los mares. ¿Hablarás
delante del que te mate, diciendo: Yo soy dios?. Tú hombre eres, y no dios, en
las manos de tu matador. De muerte de incircuncisos morirás por mano de
extranjeros; porque yo he hablado, dice Jehová”.
Si vamos a Isaías 14:
12-14, hallamos que la caída del “Lucero” fue por querer ser “semejante al
Altísimo”. Y en Daniel 3: 1-6 y 4: 29-37, encontramos que Nabucodonosor se hizo
adorar a sí mismo a través de una estatua de oro, y cuando más envanecido
estaba, le fue quitado el reino y terminó morando con las bestias del campo,
hasta que alzó sus ojos al cielo y reconoció la gloria de Dios.
El profeta Jeremías nos da
la clave que identifica a los falsos dioses: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparezcan
de la tierra y de debajo de los cielos” (Jer. 10: 11).
Podemos concluir entonces que el hombre que
quiere ser como Dios, está bajo maldición de caída, demencia y muerte.
Así que aquellas personas
que han estado en estas corrientes, y quieren ser libres de las maldiciones que
éstas traen, pueden, a través de una oración sincera, humillarse delante de
Dios, y reconocer que el único Dios verdadero es el que hizo el cielo y la
tierra (Sal. 121: 2):
Bendito Padre Celestial, en el nombre de tu Hijo Jesucristo, yo me
humillo delante de ti, confieso que he pecado, y te pido perdón por haber
practicado todas estas doctrinas. Renuncio a todas ellas y reconozco que yo no
soy dios. El único Dios verdadero eres tú que hiciste el cielo y la tierra:
Padre, Hijo y Espíritu Santo. Te adoro y te bendigo y me someto a tu señorío
desde ahora y para siempre. Renuncio a seguir practicando todas estas
abominaciones y recibo tu perdón y me declaro libre de toda maldición por la
sangre del Señor Jesucristo que me limpia de mis pecados y me libra de toda maldad.
Y si mis antepasados practicaron también esas doctrinas, también te
pido perdón por eso; rompo
esas cadenas en mi vida y declaro rota toda maldición que haya venido a mí por
todos esos pecados. Y yo encadeno todo hombre fuerte de las tinieblas que haya
venido a mi vida por la práctica de todas estas falsas doctrinas y lo arrojo a
lo más profundo de los abismos, y le ordeno que nunca más regrese a mi vida, en el nombre del Señor Jesucristo, amén y amén.
Ahora, Padre
Celestial, yo declaro que soy nueva criatura, que las cosas viejas pasaron y
todas son hechas nuevas en mi vida y que mi pasado ya no existe más (2ª Co. 5: 17).
Cristo me ha limpiado de todos mis pecados
(1ª Jn. 1: 9). Yo renuncio a
seguir practicando todas estas doctrinas y me declaro libre de toda ligadura,
desde ahora y para siempre; por cuanto ahora soy tu hijo, me dispongo a recibir
toda la herencia que tienes para mí; en el nombre del Señor Jesucristo, amén y
amén.
9.4. Otros pactos
Pactos sentimentales, infantiles, militares, etc., aparentemente
inofensivos, pueden traer también cadenas espirituales específicas y
desastrosas. Los enamorados se hacen promesas tales como “ni la muerte nos
podrá separar”, “si tú te mueres yo también me muero”, “juntos para siempre”,
etc., que no son otra cosa que pactos de muerte y ligaduras de alma, porque
todo lo que digamos creyendo, lo recibiremos (Mc. 11: 23). Pactos militares
tales como “vencer o morir”, “deber antes que vida” , “muertos pero nunca de
rodillas”, etc., traen espíritus de muerte a las Fuerzas Armadas .Por ejemplo
el militar que ha confesado “vencer o morir” y es vencido en combate, recibe
automáticamente un espíritu de muerte que empieza a tratar de acabar con él, a
través de accidentes, atracos, enfermedades, etc., Sólo hasta que en oración,
anula estas palabras y renuncia a este pacto, es libre del espíritu de muerte,
y sana. Es necesario anular estos pactos, en oración, diciendo por ejemplo:
En el nombre de Jesucristo, yo rompo
todo pacto de muerte (especificarlo) y
declaro que esas palabras ya no tienen poder en mi vida y renuncio a todos los
espíritus de muerte que por estos pactos hayan venido a dañarme, y confieso que
mi vida pertenece solamente a Cristo y sólo Él puede disponer de mí. Rompo todo
pacto sentimental que esté ligando mi alma en contra de la voluntad divina y
declaro nulas y sin poder todas las palabras con que haya encadenado mi vida
y/o las vidas de otras personas y desato nuestras almas y rompo esas ligaduras,
en el nombre del Señor Jesucristo, amén y amén.
De igual manera los juegos infantiles, que utilizan determinadas
promesas o ciertas consignas aparentemente inofensivas, pueden llegar a traer
ligaduras de almas, y aún verdaderas potestades de tinieblas. Por eso es
importante estar alerta y muy bien informados de las actividades y jueguitos
que practican los niños. El diálogo infantil con supuestos amiguitos
invisibles, obsesiones por ciertos juguetes y muñecos de dudosa procedencia,
así como el uso de algún Atari, y lo que es peor, tabla ouija, o invocación de
personas que han muerto, o péndulos, tijeras cruzadas, o cualquier otro objeto
de adivinación, entre otros pasatiempos, puede traer a los niños y jóvenes,
verdaderas posesiones satánicas. Toda actividad que pretenda adivinar el futuro
está guiada por espíritus de adivinación de las tinieblas, que se hacen pasar
muchas veces por los muertos, logrando imitar su voz y sus características,
para engañar a los que le invocan (1° S. 28: 3-20; Hch. 16: 16-18). Toda
práctica de ocultismo trae sobre la persona posesiones satánicas que terminan
controlando por completo la voluntad del poseso, hasta el punto que, cuando le
vamos a guiar en oración para que reciba a Jesucristo, los demonios no le
permiten pronunciar el nombre del Señor Jesucristo y se hace necesario anular
las palabras que trajeron y ataron los demonios a la persona, así como, en el
nombre de Jesucristo, ordenarles a los espíritus inmundos que no le impidan al
poseso, recibir al Señor Jesús. Debemos también pedir al Todopoderoso que tome
control de la mente de la persona y le demuestre su amor y su presencia, y que
le permita recibir a Cristo y entregarle su mente al Salvador. Cuando la
persona ha logrado hacer esto, debemos guiarle para que ella misma rompa los
pactos que encadenaron su vida y rechace y arroje de su vida todo espíritu
inmundo y renuncie a toda fuerza satánica y anule toda práctica de ocultismo
que haya traído a su vida los demonios. Por ejemplo:
En el nombre de Jesucristo que ahora es
mi único Señor y Salvador, yo rompo y declaro nulo todo pacto satánico (especificarlo)
que me esté atando a cualquier enviado
de las tinieblas y renuncio a toda actividad satánica y a todo espíritu inmundo
y a toda huésted de maldad y a toda contaminación espiritual y anulo toda
palabra que me esté ligando a los demonios. y en el nombre de Jesucristo ato,
encadeno y arrojo de mi vida a satanás y lo lanzo a las tinieblas exteriores, y
le ordeno que nunca regrese a mi vida, en el nombre del Señor Jesucristo, amén
y amén.
Para mantener la liberación es necesario llevar una vida de
sometimiento a la palabra de Dios (Stgo. 4:7; 1ª Jn. 5: 18), buscar amistades
sanas y respetuosas de los preceptos divinos y estar aferrados en todo momento
del Señor Jesucristo, porque separados de él, nada podemos hacer (Jn. 15: 4-5).
EVALUACIÓN
1. Defina qué es
idolatría
_________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________
2. Escriba cinco
maldiciones que vienen sobre los idólatras y explique cuál es el tipo de
idolatría que las ocasionan:
4. Trate de recordar a cuántos ídolos ha rendido culto. Incluya
los agüeros, las almas del purgatorio y todo lo que haya alejado su corazón del
culto que debemos al único Dios verdadero. Lea y memorice 1ª Co. 11: 31 y 1ª Jn. 1: 9 y llévelos a la práctica. Confiese
2ª Co. 5: 17 y créalo.
5. Coloree y
trate de memorizar Gn. 3: 5; Ex. 34:17; Job 7: 9-10; Is .53: 3-6; Jer. 17: 5;
Ez. 28: 2, 9; Mr. 11: 23; Hch . 17: 29-30; Ro. 10: 9; 1ª Co. 6: 9-10; 2ª Co.
5: 17; Gá. 3: 13; 1ª Ti. 6: 10, 17; He.
9: 27; Ap. 9: 20-21; 21: 8.
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