HAZ COMO
LAS ÁGUILAS: VUELA SOBRE LA TORMENTA
“Los
que confían en el Señor, renovarán sus fuerzas y volarán como las águilas” (Isaías 40:31).
El
águila discierne cuando viene la tormenta y sube hasta encontrar un lugar alto
para poder contemplarla. Cuando llega la tempestad, extiende sus alas para que
el mismo viento las agarre y la eleve por encima del tornado. Y mientras la
tormenta está causando estragos abajo, el águila vuela por encima de ella sin
que la tempestad la pueda afectar. Ella no evade la tormenta. Simplemente la
usa para levantarse más alto, impulsada
por los fuertes vientos que trae la misma tempestad.
Cuando
las tormentas de la vida vengan, levántate por encima de los problemas, y
vuela bajo las poderosas alas del Espíritu Santo poniendo tu corazón y tu fe en
Jesús, y no en la tempestad. No olvida que nuestro Amoroso Padre Celestial está
mirando cómo reaccionamos y está listo para socorrernos cuando pedimos su ayuda.
La
tormenta la envía el Señor (Isaías 45:7) para probarnos y ver cómo respondemos
ante la adversidad (Deuteronomio 8:2), pero Él está atento a nuestro clamor: “El Señor observa desde el cielo y ve a
toda la humanidad. Él contempla desde su trono a todos los habitantes de la
tierra. Él es el que formó el corazón de todos y quien conoce a fondo todas sus
acciones…el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor…”
(Salmos 33:13-21).
Nuestros
triunfos no dependen de las circunstancias favorables sino del poder de aquel que
quiere manifestar su gloria en nuestras vidas. Gedeón pudo derrotar con sólo
trescientos hombres a los madianitas porque el Señor no quería que su pueblo creyera que la victoria
procedía de ellos sino de su Poderoso Dios (Jueces 7). Así que, cuando nos
encontremos ante situaciones difíciles no
busquemos a quién culpar de la adversidad sino dispongámonos a pedir a
nuestro Padre Celestial que nos use como sus instrumentos para mostrar su
gloria y volemos como las águilas, hacia la roca de nuestra salvación (Salmo
31:3) siguiendo las instrucciones de
nuestro amoroso Maestro, quien nos guiará con su Santo Espíritu hacia la
victoria y la solución. Él nos cubrirá
con sus plumas y bajo sus alas
hallaremos refugio (Salmo 91:4).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario