Mensajes


SI PIENSAS ABORTAR  ESTE MENSAJE ES PARA TI

Cualquiera que sea el motivo que tengas para que hayas tomado esta decisión, permíteme decirte que ningún hijo es producto de la casualidad, ni es un error, ni es un descuido. Por el contrario, los hijos son la herencia de Dios (Salmo  127:3). ¿Sabes que hay muchas mujeres que darían cualquier cosa por tener un bebé y no lo han logrado a pesar de los adelantos de la Ciencia? Otras han sido valientes y han aceptado el reto divino de ser madres y han recibido la recompensa en esos hijos. Permíteme contarte algo de mi propia vida:

 Yo nací en un hogar de once hijos y fui justamente la número 11. Mi madre tuvo tres hijos después de los cuarenta años. Cuando yo nací ella tenía cuarenta y cinco y siempre le agradeceré que me hubiera permitido nacer. Todos salimos sanos, fuertes y vigorosos.  Y Dios me permitió acompañar a mis padres hasta el último día de sus preciosas vidas.

Tal vez ese hijo que hoy has pensado asesinar, será el que Dios tenga destinado para que te acompañe en esos momentos finales de tu vida. Quién sabe si será un médico que salvará muchas vidas o un abogado que defenderá a los indefensos, o tal vez un enfermero o qué sé yo, un ángel en quien el Creador tiene un propósito. Conozco varios casos de hijos que estuvieron a punto de ser abortados, porque sus padres los rechazaron y les dijeron a las mamitas que abortaran, pero  estas madres fueron mujeres valientes que se enfrentaron ante la situación de ser madres solteras y decidieron tener a sus respectivos bebés. Hoy en día el uno es un comunicador  y el otro es un abogado, los dos profesionales de éxito y son el orgullo de esas mamás y quienes las apoyan y las aman profundamente.

Mamita, esta también es una invitación para que aceptes el amor y el perdón de Dios que es Quien te regala ese precioso hijo: Permíteme explicarte un poco de su obra de amor por todos nosotros:

Porque el castigo del pecado era la muerte, según la ley  judía donde nació Jesús,  era necesario que un inocente sufriera  la pena capital, la más vergonzosa, que era la muerte en la cruz,  para que  aún el más criminal de los malhechores pudiera alcanzar el perdón. El único hombre que obedeció la ley del Padre Celestial fue Jesús (Juan. 6:38;  Lucas. 22:42;    Corintios 5:21; Hebreos 4:15)  y por eso pudo sustituir a la humanidad pecadora muriendo en nuestro lugar. No había otra forma de rescatar a la humanidad caída  sino que un inocente llevara el castigo de los malhechores. Jesús fue el único inocente; los malhechores somos los demás. Pero como la muerte no podía retener al inocente, él Padre lo resucitó (Hechos 2:24)  y  lo sentó a su diestra para siempre.  Jesús nos  promete que si alguno le abre la puerta de su corazón Él entra (Apocalipsis 3:20) con  toda la provisión que el pecado nos había quitado, comenzando por el perdón  (Hechos 10:43; Romanos 10:9; Mateo 6:25-33). Él nos libera de la muerte eterna que es estar separados del Padre Celestial, al borrar nuestros pecados cuando lo reconocemos como nuestro único Señor y Salvador y le confesamos nuestros pecados (1a Juan 1:8-9). Claro, es también necesario perdonar a todos los que nos han agraviado y creer en lo que le estamos orando (Marcos 11:24-25).  Jesucristo en este momento anhela que tú le abras la puerta de tu corazón y le rindas tu vida, a través de una sencilla  oración. Le puedes decir ahora mismo estas palabras con toda confianza y sinceridad:

Señor Jesucristo, gracias por morir en mi lugar para que yo pudiera alcanzar tu perdón,  y por obedecer los mandamientos del Padre para poder vencer el pecado y la muerte. Yo te recibo y te reconozco como mi único Señor y Salvador, como mi esposo verdadero y el Padre de mis hijos. Te confieso que he pecado de muchas maneras. Perdóname Señor, y  yo también perdono a los que me han hecho daño. Te consagro mi vida y a todos los seres que amo,  para que tú nos ayudes  a conocerte, a obedecerte y a servirte, a vivir para ti y a depender de ti. Yo renuncio a todo lo que no haya procedido de ti, a todo lo que esté ligando mi vida,  rompo esas ligaduras  y acepto la vida nueva que tú me traes hoy. En tu nombre santo, Señor Jesucristo, amén y amén.

Si has hecho la anterior oración de corazón, has pasado a formar parte de la familia de Dios, porque Él te ha adoptado como su hija (Juan 1:12-13). Si tú permites que el Señor ocupe el primer lugar  en tu vida todo lo demás vendrá como añadidura (Mateo 6:33). Para poder conocer su voluntad te invito a leer su palabra empezando por el Nuevo Testamento. Le puedes pedir todos los días, que cumpla  en tu vida el propósito para el cual te creó,  y Él va  a hacer maravillas en ti.

Permíteme contarte otro testimonio de una mujer que quedó viuda con tres hijos, una de seis años, uno de cuatro, un bebé de meses y una pistola que tenía su marido. Su situación era tan crítica que decidió quitarse la vida después de matar a sus niños con la misma pistola. Pero cuando se dirigía a un puente donde pensaba consumar su macabro proyecto escuchó la voz de Dios diciéndole: “Mujer qué vas a hacer, tú no estás sola, yo estoy contigo”. Arrepentida, le pidió perdón al Señor y se dedicó a coser peluches de felpa que había aprendido a hacer. Alguien le había regalado una Biblia que ella leyó y enseñó a sus hijos, y entre muchos testimonios de la provisión divina me contó que una tarde estaba llorando porque no tenía dinero para comprar el desayuno del día siguiente. Su niña que la había escuchado leer la Biblia le recordó que si Dios no deja morir de hambre a los pajaritos menos a ellos que eran sus hijos. Oraron y se acostaron. Como a las once de la noche una vecina golpeó en la puerta diciéndole: Qué pena vecina que la venga a despertar, pero es que le vengo a pedir por favor que me venda dos ositos de felpa para regalarle a una sobrinita junto con una amiguita, pues las dos están de cumpleaños y les vamos a celebrar mañana  la fiesta. Con el dinero que recibió por los peluches, pudo comprar no sólo lo del desayuno sino muchas cosas más. Y así con la ayuda de personas  que Dios le enviaba, sacó adelante sus tres hijos y el día que la conocí y me contó su historia, ya su hija mayor estaba realizando su segunda carrera.

Ese es nuestro fiel Dios, mamita y Él nunca te va a dejar defraudada. Si decides depender de Él, te va a dejar asombrada con su fidelidad.
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EL ÚNICO DIOS VERDADERO


Al único Dios verdadero lo podemos identificar muy fácilmente:
Es el único autor de toda la creación (Génesis 1:1-18; Jeremías 10:11).

Es el único que puede dar vida (Génesis 1:20-28).

Es el único que creó unas leyes universales que nadie puede cambiar. Ejemplo: La Ley de la Gravedad, etc.


Lo que prometió en el Antiguo Testamento lo cumplió en el Nuevo. Ejemplo: Isaías 7:14= Mateo 1:18-23, etc.


Responde cuando clamamos a Él (Jeremías 33:3).

Transforma corazones y cambia vidas.
Ejemplos: Multitudes.

Ojo: Los demás, son dioses falsos.

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UNA SOMBRILLA EN LAS MANOS DE DIOS

Era un día de mucha lluvia y no había llevado nada con qué protegerme. Alguien me prestó una vieja sombrilla que más parecía haber sido sacada de la caneca de la basura. Sentí vergüenza de tener que usarla pero no tenía nada más a la mano. Me paré en una esquina a esperar que pasara la buseta. Pasaba y pasaba el tiempo y la lluvia arreciaba. Me sentía muy mal por tener en mis manos esa sombrilla, pero no contaba con otro recurso. La sombrilla tenía muchas manchas, muchos agujeros, las varillas fuera de lugar lo que hacía que luciera arrugada, y la gente pasaba y me miraba y…uf, qué vergüenza. Pero no tenía nada más disponible para protegerme de la tempestad. Pasó el tiempo y no pasaba ningún medio de transporte. Así que, a pesar de la vergüenza, continué utilizando aquella sombrilla.

De pronto empecé a pensar que a Dios le debe pasar con nosotros lo que me pasaba a mí con esta sombrilla. “La mies es mucha y los obreros pocos”, dijo un día Jesús.  Y cuántas veces Él habrá tenido que usar sus obreros en condiciones tan deplorables como el estado de esta sombrilla. No sé si fue Él quien me dio esta revelación. Dejo al lector sacar sus propias conclusiones. Estas eran las similitudes con que mis pensamientos relacionaron a algunos siervos del reino de Dios con esta sombrilla: Las manchas de la sombrilla son nuestros pecados: orgullo, vanagloria, envidia, celos contenciosos, juicios, chismes, crítica, etc.; los agujeros, son las heridas por no perdonar; las arrugas, me hicieron recordar una fruta de maracuyá cuando se está secando; representan un corazón seco cuando no perdonamos y dejamos escapar el Espíritu Santo; entonces perdemos la paz y el gozo; el amor se convierte en resentimiento; el fruto del Espíritu Santo no se puede manifestar en nosotros. Las varillas fuera de lugar representan cuando no estamos en el sitio donde Dios quiere que estemos; es cuando actuamos por nuestra propia cuenta y no nos dejamos guiar por Él. Mis pensamientos me compungieron y empecé a llorar: “Señor, yo no quiero ser como esta sombrilla en tus manos. No quiero que te avergüences de mí: Ayúdame a ser una sombrilla sin mancha y sin arruga, sin agujeros de resentimiento y con las varillas en su lugar porque siempre esté donde tú quieres que yo esté”. 

Y durante mucho tiempo las sombrillas han seguido ilustrándome el tema del servicio: 

En otra ocasión, me prestaron una sombrilla en buen estado pero pesaba de una manera que me hizo sentir muy cansada. Entonces pensé: Así debemos hacer sentir al Señor con nuestras quejas. Nos convertimos en una carga dentro del ministerio. No nos tiene contentos con nada. Queremos condicionarlo con nuestros caprichos y someterlo a nuestra voluntad en lugar de ser nosotros los que nos sometamos a la voluntad de Él.

En cambio un día al salir de una clínica muy elegante a las siete de la noche, llovía torrencialmente, y yo no tenía sombrilla.  Y qué curioso. Pasaban muchas personas con unas sombrillas tan impecables, tan hermosas, pero…no había ninguna disponible para mí. Como muchos hijos del Reino, limpios y rectos, que han sido preparados por el Señor pero no tienen tiempo para Él. Nunca están disponibles para su servicio, mientras la tempestad arrecia entre los que no conocen a Dios. 

Un día me sucedió que la sombrilla que llevaba se cayó de mis manos y terminó hecha un desastre. Inmediatamente me agaché, la rescaté del lodo, la lavé, la desarrugué y continué con ella. Así lo hace Jesús con nosotros cuando vamos arrepentidos y humillados a reconocer ante Él, nuestras embarradas. Sólo que hay siervos que no entienden que Dios es misericordioso para perdonarnos, y abandonan el ministerio cuando se llenan de culpabilidad por sus errores. Otros en cambio son desechados por sus líderes que se consideran perfectos y no entienden que todos nos equivocamos y que necesitamos ser perdonados y restaurados. 

En otra ocasión, la sombrilla que acababa de comprar me salió defectuosa: cada rato la base que la sostenía abierta, se hundía y entonces la sombrilla se cerraba sobre mi cabeza. La única manera de que permaneciera abierta era que yo la sostuviera manualmente. Entonces pensé que a veces el señor tiene que corrernos la base de nuestra autosuficiencia para que nos acerquemos más a Él y permitamos que nos sostenga con sus poderosas manos para que no andemos en nuestras propias fuerzas. 

Y nunca olvidaré cuando al llegar un domingo al templo, una hermana me saludó con un fuerte abrazo y me dijo: “Eres una bendición, cómo te usa el Señor”. En esa semana, un día,  después de un torrencial aguacero llegué a casa y al descansar la sobrilla de turno que aunque muy defectuosa me había sido de gran utilidad, le dije: “sombrilla, eres una bendición. ¡Cómo te usa María Elena¡”. 

Recuerdo también, que una vez al pretender abrir la sombrilla que llevaba, esta se cerró bruscamente y me hirió una mano con un alambre que se había soltado de las varillas. Le pregunté al Señor qué me quería enseñar con esta situación y cómo podía yo herir sus manos como esta sombrilla había herido la mía. Una  tarde, después de mucho trabajo, me sentía muy cansada, cuando vi pasar a una mujer en una silla de ruedas y me preguntó dónde quedaba cierto supermercado. Me limité a indicarle a cuántas cuadras quedaba y cómo podía llegar, pero a pesar de que ella estaba muy limitada para manejar la silla de ruedas, no me tomé la molestia de empujársela  hasta el supermercado. Unos minutos más tarde sentí que el Señor me contestaba la pregunta que le había hecho. Él me había dado la oportunidad  para bendecirme por ayudar a aquella mujer, pero yo herí sus manos al centrarme en mi cansancio, y preferí dejarla ir haciendo un esfuerzo muy grande para movilizarse, y no permití que el Señor me usara para su gloria y para manifestarle su amor a la paciente. 

En otra oportunidad la sombrilla que llevaba no soportó el viento tan fuerte que soplaba, se volvió al revés y finalmente quedó hecha un desastre prácticamente inservible. Entonces pensé que así pasa con el siervo  que frente a las tormentas de la vida,  al primer ventarrón  se desploma y abandona el ministerio.

Continuará…
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QUÉ ES TENER UNA RELACIÓN PERSONAL CON JESUCRISTO
Para tener una relación de amistad con alguien es necesario conocer primero a esa persona. Así, para tener una relación con Cristo es necesario primero saber quién es.
Cristo es el Hijo de Dios. ¿Y quién es Dios? Dios es el Creador de todo lo que existe y todas las cosas fueron creadas por el Padre por medio del Hijo. Es que Dios está constituido por tres personas que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, así como un triángulo siendo uno solo está constituido por tres ángulos o una mano está formada por  cinco dedos pero es una sola mano.
El Padre es la primera autoridad del universo y cuando creó al hombre y a la mujer les dio una orden pero ellos la desobedecieron. Toda desobediencia a Dios se llama pecado y el pecado  generó la separación entre la humanidad y Dios (Génesis 3). Pero  el Padre que nos ama tanto envió al Hijo para que naciera como un hombre y obedeciera lo que la humanidad no pudo obedecer: las leyes del Padre. Jesús fue el único obediente que siendo inocente de pecado pudo reemplazar a la humanidad en el castigo que merecían todos nuestros pecados. Como en la ley de los judíos en la cual nació Jesús se castigaba a los malhechores con la muerte en la cruz, Él quiso pasar por malhechor siendo inocente para llevar el castigo de los malhechores que somos nosotros, porque malhechor es el que hace lo malo y todos hemos desobedecido a Dios haciendo lo malo. Jesús murió en nuestro lugar pero como la muerte era para el pecador no para el inocente, el Padre lo resucitó, Jesús volvió a vivir y nunca más  morirá. Ahora bien para recibir el perdón de nuestros pecados debemos aceptarlo a él como nuestro único Señor y Salvador y recibirlo en nuestro corazón porque él nos promete: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré…” (Apocalipsis 3:20). Cuando lo recibimos, automáticamente el Padre nos adopta como sus hijos verdaderos (Juan 1:12-14; Efesios 1:5). Además el Espíritu Santo que es la tercera persona de la Divinidad, viene a nuestra vida cuando creemos en Jesucristo (Juan 7:37-39 a). El Espírito Santo será el encargado de  conducirnos al conocimiento de la verdad que es Jesucristo (Juan 14:6 y Juan 16:13-14).  Entonces podemos comenzar una relación personal con Dios. Para conocerlo a profundidad debemos leer la Biblia comenzando con el Nuevo Testamento donde se habla especialmente de Jesús, y para mantener una comunicación permanente con él debemos orar, que es hablarle de todo lo que necesitamos decirle, pedirle, agradecerle.  Nuestro amor por él se lo demostramos obedeciendo sus mandamientos porque él dijo: “El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él” (Juan 14:23).
Ahora bien si has leído este mensaje es que Jesús te tenía escogido para que fueras su discípulo.
Él nos afirma “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre” (Juan 15:16).
Esto significa que Jesús quiere que esta relación con él nunca se acabe y que haya un cambio en tu vida porque Dios quiere bendecirte dándote todo lo que necesites para ser feliz: “Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa” (Juan 16:24). 

Oración para recibir a Jesús
Señor Jesucristo,  creyendo que tú eres el Hijo de Dios que te hiciste hombre por mí y me reemplazaste en la cruz muriendo en mi lugar por todos mis pecados, pero resucitaste de entre los muertos, te abro la puerta de mi corazón y te recibo como mi único Señor y Salvador. Te consagro mi vida y a todos los seres que amo para que tú nos gobiernes en tu divina y perfecta voluntad y nos ayudes a conocerte, obedecerte y servirte desde ahora y para siempre. En tu nombre Señor Jesucristo, amén y amén.



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DE  PAPAYAZO  EN  PAPAYAZO


Un día escuché muy clara la voz del Espíritu Santo que me dijo: “¿Sabes cuál es la fruta que le gusta a satanás?” Quedé absolutamente sorprendida. Pero antes que me sobrepusiera me “sopló” esta tremenda frase: “Dale papaya y verás”.

Luego, poco a poco, El Señor me fue dando el complemento de esta revelación: Las pruebas son los papayazos que Dios nos da para poder bendecirnos y hacernos crecer espiritualmente. Sólo que, a veces somos tan tontos que en lugar de recibir el papayazo se lo pasamos a satanás quien está listo para hacernos perder la bendición. Miremos algunos ejemplos:

  • Los padres: A veces me encuentro con hijos muy cargados por la enfermedad de sus padres, por su situación terminal, por su dependencia. Se sienten víctimas por tener que ver de sus ancianos padres. No se dan cuenta que este es un privilegio que Dios les está otorgando para poder bendecirlos, pues el primer mandamiento con promesa es: “Honra a tu padre y a tu madre para que tengas larga vida y todo te salga bien” (Efesios 6:2-3, R. V.). Yo siempre les digo: “Aprovechen esta oportunidad porque no todos la tienen. Todo lo que ustedes hagan por su papá o por su mamá, Dios lo va a tener en cuenta”. Y a los padres les digo: “No se aflijan pensando que se han convertido en una carga para sus hijos; ustedes son la mejor oportunidad que Dios les está dando a ellos para poderlos bendecir”. Y en este, como en muchos casos, o le dan papaya a satanás al maltratar y no cuidar adecuadamente a sus progenitores, o reciben el papayazo que Dios les está dando, al bendecir a sus padres.

  • Las tentaciones: Son pruebas de obediencia que Dios permite, para que alcancemos su recompensa. Por eso el apóstol Santiago nos dice en su carta: “Dichoso el que resiste la tentación, porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman” (Santiago 1:12, N. V. I.). Pero si alimentamos la tentación o buscamos la ocasión para caer, le estaremos dando papayita a satanás para que nos ponga la cáscara y él la va a aprovechar con mucho gusto.

  • En el desierto: En el capítulo 14 del libro de los Números, encontramos que el pueblo de Israel todo el tiempo le dio papaya a satanás y fue reprendido duramente por Dios cuando en medio del desierto murmuró contra su Creador y contra los líderes que el Señor le había dado, y muchos de ellos terminaron mordidos por las serpientes (Números 21:5-6). Y justamente por esto, el pueblo rebelde nunca pudo entrar en la tierra prometida sino que la ira de Dios vino sobre ellos. Más tarde, sus mismos descendientes no entendieron que la serpiente de bronce no era más que un símbolo de la salvación que Dios traería en su Hijo, y la convirtieron en objeto de idolatría (Números 21: 9; 2º Reyes 18: 4; Juan 3: 13-15). Es lo que nos sucede cuando vamos detrás de las bendiciones y no detrás del que nos puede bendecir. Entonces convertimos en ídolos las cosas materiales y terminamos dándole papaya a satanás.

  • En la cárcel: Pablo y Silas recibieron el respaldo total del Señor cuando en medio de la más tremenda adversidad aprovecharon el papayazo que Dios les estaba dando, entonándole cantos de alabanza delante de los presos, y el resultado fue la conversión del carcelero y la fundación de la iglesia de Filipos (Hechos 16: 22-39; Filipenses 1:1).

  • Ataques y  enemigos: Cuando nos atacan y nos persiguen, Dios nos está dando otro tremendo papayazo porque Él nos ha prometido: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza, y el Señor te lo pagará” (Proverbios 25:21-22). En lugar de juzgarlos y maldecirlos debemos orar para que Dios rompa las cadenas de quienes nos persiguen y entonces se cumplirá lo que el Señor prometió a su pueblo: “Yo sacaré del pozo sin agua a tus presos que están en él. Ustedes, cautivos que mantiene la esperanza, regresen a su fortaleza, que voy a darles en bendición el doble de cuanto tuvieron que sufrir” (Zacarías 9:11 b -12). Y, “Algunos de ustedes fueron insultados y maltratados públicamente…ustedes tuvieron compasión de los que estaban en la cárcel, y hasta con alegría se dejaron quitar lo que poseían, sabiendo que en el cielo tienen algo que es muchísimo mejor y que permanece para siempre. No pierdan pues, su confianza, porque ella les traerá una gran recompensa. Ustedes necesitan tener fortaleza en el sufrimiento, para hacer la voluntad de Dios y recibir así lo que Él ha prometido” (Hebreos 10: 33-36). Biblia Versión Dios Habla Hoy. Recordemos siempre que si no perdonamos, le estaremos dando ventaja a Satanás(2ª Corintios 2:10-11) o lo que es lo mismo le estamos dando papaya y bien madura.

    En conclusión, o recibimos los papayazos de Dios cuando nos sometemos a su voluntad y lo alabamos en medio de la prueba como Job (Job 1:20-21) y oramos por quienes nos hacen sufrir (Job 42:8b), para poder  recibir la recompensa (Job 42:10), o le damos papaya a satanás cuando renegamos por cualquier tropiezo y pisamos sus cascaritas (Lucas 22:31; Mateo 26:69-75), o también cuando buscamos la ocasión de caer (Proverbios 6:16-19; Proverbios 7:6-27 ). Recordemos siempre que “nuestro adversario, el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar” (1ª Pedro 5:8), pero si lo resistimos, y estamos sometidos a Dios, el diablo huirá de nosotros (Santiago 4:7).

    Pensemos en esto por un momento: Si yo estoy hablando con un amigo y viene un extraño a invitarme a, hacer lo que no debo, yo tengo dos alternativas: o sigo hablando con mi amigo, o le presto oídos al otro. En el mundo espiritual en que nos movemos, para mantenerme en el lugar y la actitud correctos, debo estar hablando con nuestro amigo Jesús manteniendo una comunión continua con él. Si el tentador viene, pero en lugar de prestarle atención, yo continúo hablando con mi Señor, satanás no tendrá otra alternativa que marcharse para buscar un incauto que caiga en sus redes.



    Recordemos un antiguo himno que decía:


    Si la duda viene a tu corazón y te dice déjame entrar,
    Dile no, no, no, Cristo vive en mí y no hay lugar para ti.

    Si el pecado viene a tu corazón y te dice déjame entrar,
    Dile no, no, no, Cristo vive en mí y no hay lugar para ti.

    Si satán golpea a tu corazón y te dice, déjame entrar,
    Dile no, no, no, Cristo vive en mí y no hay lugar para ti.
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LA PREDESTINACIÒN Y LA ADOPCIÓN



  1. La predestinación fue desde el principio

    Dios nos escogió en Cristo desde antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos y sin defecto en su presencia. Por su amor, nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo hacia el cual nos ordenó según la determinación bondadosa de su voluntad” (Efesios 1: 4-5). “En Cristo, Dios nos había escogido de antemano para que tuviésemos parte en su herencia de acuerdo con el propósito de Dios mismo” (Efesios 1: 11). “A los que de antemano Dios había conocido los destinó desde un principio a ser como su Hijo, para que su Hijo fuera el primero entre muchos hermanos” (Romanos 8: 29).

  2. La predestinación es para todos

    “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único para que todo aquel que en Él cree no muera sino que tenga vida eterna” (Juan 3: 16). “Pues él (Dios) quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad” (1ª Timoteo 2: 4). “No es que el Señor se tarde en cumplir su promesa como algunos suponen, sino que tiene paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se vuelvan a Dios” (2ª Pedro 3: 9).

  3. La adopción se efectúa sólo cuando recibimos voluntariamente a Cristo como Señor, creyendo en Él y su obra redentora

    “Vino a su propio mundo pero los suyos no lo recibieron. Pero a quienes lo recibieron y creyeron en Él les concedió el privilegio de llegar a ser hijos de Dios” (Juan 1: 11-12). “Pues por la fe en Cristo Jesús ustedes son hijos de Dios” (Gálatas 3: 26). “Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación” (Romanos 10:9).

  4. Filiación

    “Alégrense de que sus nombres ya están escritos en el cielo” (Lucas 10: 20 b). “Nosotros somos ciudadanos del cielo” (Filipenses 3: 20 a). “Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó al Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, y el Espíritu clama ¡Abbá, Padre! Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero” (Gálatas 4:6-7).

  5. Permanencia

    Para no ser hijos muertos, separados del Padre debemos permanecer en Cristo:

    “El pago que da el pecado es la muerte, pero el don de Dios es vida eterna en unión con Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23). “Tu hermano que estaba muerto ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado” (Lucas 15:32). “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece unido a mí, será echado fuera y se secará como las ramas que se recogen y se queman en el fuego” (Juan 15:5-6). “Pero el Señor le contestó: - Sólo borraré de mi libro al que peque contra mí” (Éxodo 32:33). “Yo sé todo lo que haces, y sé que estás muerto aunque tienes fama de estar vivo. Despierta y refuerza las cosas que todavía quedan, pero que ya están a punto de morir, pues he visto que lo que haces no es perfecto delante de mi Dios. Recuerda, pues, la enseñanza que has recibido, síguela y vuélvete a Dios. Si no te mantienes despierto, iré a ti como el ladrón, cuando menos lo esperes…Los que salgan vencedores serán así vestidos de blanco, y no borraré sus nombres del libro de la vida, sino que los reconoceré delante de mi Padre y delante de sus ángeles” (Apocalipsis 3: 1-5).


  6. Dios sabía de antemano quiénes no aceptarían a Cristo

     “A ese monstruo lo adorarán todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no están escritos, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero que fue sacrificado” (Apocalipsis 13:8).


  7. Algunas características de los hijos de Dios

  • “Dichosos los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará hijos suyos” (Mateo 5: 9).

  • “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Así ustedes serán hijos de su Padre que está en el cielo; pues Él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mateo 5: 44-45).

  • “El campo es el mundo; la buena semilla representa a los que son del reino (los hijos de Dios) y la mala hierba representa a los que son del maligno” (Mateo 13: 38).

  • “Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer bien, y dar prestado sin esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa, y ustedes serán hijos del Dios Altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y malos. Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo” (Lucas 6: 35-36).

  • “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Romanos 8: 14).

  • “Háganlo todo sin murmuraciones ni discusiones, para que nadie encuentre en ustedes culpa ni falta alguna, y sean hijos de Dios sin mancha, en medio de esta gente mala y perversa. Entre ellos brillan ustedes como estrellas en el mundo manteniendo firme el mensaje de vida” (Filipenses 2: 14-16 a).

  • “No desprecies hijo mío la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a quien Él ama y castiga aquel a quien recibe por hijo. Ustedes están sufriendo para su corrección; Dios los trata como a hijos. ¿Acaso hay algún hijo a quien su padre no corrija? Pero si Dios no los corrige a ustedes como corrige a todos sus hijos, entonces ustedes no son legítimos” (Hebreos 12: 5 b-8).

  • “Después me dijo:’Ya está hecho, Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed le daré a beber del manantial del agua de la vida, sin que le cueste nada. El que salga vencedor recibirá todo esto como herencia, y yo seré su Dios y él será mi hijo” (Apocalipsis 21: 6-7).
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CON LA MIRADA SÓLO  EN JESUCRISTO  (Hebreos 12:2; Colosenses 3:1-3)


He aquí  la clave del verdadero creyente: poner nuestros ojos solamente en Cristo y en nadie más.


Nunca en las circunstancias como lo hizo Pedro que quitó los ojos de Jesús para ponerlos en las aguas sobre las que iba caminado y se hundió (Mateo  14:28-31).


Nunca en nuestros temores sino en aquel que viaja siempre con nosotros en la barca de nuestra vida (Mateo 8:24-27).


Nunca en nuestro pasado porque en Cristo somos nueva creación y Él nos da vida nueva (2 corintios 5:17).


Nunca en nuestro futuro porque Jesús nos dijo que no nos preocupemos por el día de mañana (Mateo 6:34) y porque Él es nuestro pastor y nada nos faltará (Salmo 23; Juan 10:14-15).


Nunca en nosotros ni en los demás, pues terminaríamos bajo la palabra que dice que es maldito aquel que confía en el ser humano y que se apoya en un brazo de carne en lugar de confiar en Dios (Jeremías  17:5-8).


Nunca en nuestros medios económicos que pueden desaparecer como paja que sopla el viento (recordemos las torres gemelas y el Titanic), sino en aquel que nos promete que suplirá todo lo que nos falte (Filipenses 4-19; 1 Timoteo 6:17).


Nunca en nuestros conocimientos sino en el que nos da la sabiduría cuando se la pedimos (1ª Corintios 1:20; Santiago 1:5).


Nunca en nuestros éxitos que, cuando permitimos que nos envanezcan, nos conducen a la humillación (Mateo 23:12).


Nunca  en nuestros fracasos que nos deprimen y hacen que nos demos por vencidos  antes de terminar la batalla, sino en el poder de Dios que nos da la victoria por medio de Nuestro Señor Jesucristo  (1  Corintios 15:57).


Nunca en nuestros pecados que nos alejan de Él, sino en su gracia que los borra con su preciosa sangre (Lucas 18:9-14;  Apocalipsis 1:5;    Juan 1:9).


Nunca en nuestras buenas obras porque fue Él quien las preparó para que nosotros las realizáramos (Efesios 2:9-10).

Nunca en nuestras fuerzas que son infinitamente débiles sino en el que con su poder se glorifica en nuestras debilidades (2ª Corintios 12:9) reconociendo que separados de Cristo, nada podemos hacer (Juan 15:5).

Nunca en nuestros sentimientos ni en nuestras emociones, porque engañoso es el corazón más que todas  las cosas (Jeremías 17:9).

Nunca en nuestros  principios ni en nuestra santidad porque el que piense que está firme es mejor que se cuide de no caer (1ª  Corintios 10:12).

Nunca en nuestros criterios y razonamientos, sino en su voluntad que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Nunca en el testimonio de otros que recibieron lo que nosotros no hemos recibido, porque Dios nos tiene algo infinitamente mejor pues sus pensamientos son mucho más altos que los nuestros y sus caminos mejores que nuestros caminos (Isaías 55:8-9); o simplemente porque no estamos preparados para recibir aquello que le estamos pidiendo,  o todavía no es el tiempo adecuado; es como el niño de 10 años que quiere que su papá le regale una auto en el que sencillamente se estrellaría porque no lo sabe manejar, o la niña de cinco años que quiere que su madre le autorice para casarse con su vecinito de seis.

Nunca en los anti testimonios  de los que se dicen ser cristianos pero con sus hechos lo niegan, porque cada cual tendrá que dar cuenta de sus actos y no de los actos de los  demás (Romanos  14:12).

Nunca en lo que vemos  ahora, en lo natural, porque es pasajero,  sino en lo que no vemos, que es lo sobrenatural y eterno (2ª Corintios 4:18).

Bibliografía: Theodore Monod (1874), Puestos los ojos en Jesús.

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HAZ COMO  LAS ÁGUILAS: VUELA SOBRE LA TORMENTA

“Los que confían en el Señor, renovarán sus fuerzas y volarán como las águilas” (Isaías 40:31).

El águila discierne cuando viene la tormenta y sube hasta encontrar un lugar alto para poder contemplarla. Cuando llega la tempestad, extiende sus alas para que el mismo viento las agarre y la eleve por encima del tornado. Y mientras la tormenta está causando estragos abajo, el águila vuela por encima de ella sin que la tempestad la pueda afectar. Ella no evade la tormenta. Simplemente la usa  para levantarse más alto, impulsada por los fuertes vientos que trae la misma tempestad.

Cuando las tormentas de la vida  vengan,  levántate por encima de los problemas, y vuela bajo las poderosas alas del Espíritu Santo poniendo tu corazón y tu fe en Jesús, y no en la tempestad. No olvida que nuestro Amoroso Padre Celestial está mirando cómo reaccionamos y está listo para socorrernos cuando pedimos su ayuda.

La tormenta la envía el Señor (Isaías 45:7) para probarnos y ver cómo respondemos ante la adversidad (Deuteronomio 8:2),  pero Él está atento a nuestro clamor: “El Señor observa desde el cielo y ve a toda la humanidad. Él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra. Él es el que formó el corazón de todos y quien conoce a fondo todas sus acciones…el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor…” (Salmos 33:13-21).

Nuestros triunfos no dependen de las circunstancias favorables sino del poder de aquel que quiere manifestar su gloria en nuestras vidas. Gedeón pudo derrotar con sólo trescientos hombres a los madianitas porque el Señor no quería  que su pueblo creyera que la victoria procedía de ellos sino de su Poderoso Dios (Jueces 7). Así que, cuando nos encontremos ante situaciones difíciles no  busquemos a quién culpar de la adversidad sino dispongámonos a pedir a nuestro Padre Celestial que nos use como sus instrumentos para mostrar su gloria y volemos como las águilas, hacia la roca de nuestra salvación (Salmo 31:3) siguiendo las instrucciones de  nuestro amoroso Maestro, quien nos guiará con su Santo Espíritu hacia la victoria y la solución. Él   nos cubrirá con sus plumas  y bajo sus alas hallaremos refugio (Salmo 91:4).

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JESÚS, EL UNGIDO DEL PADRE



Isaías 61:1-2 es una profecía acerca del ministerio de Jesús cuyo cumplimiento hallamos en Lucas 4:16-21. Cuando Jesús entra al templo, le entregan el libro de Isaías y entonces Él lee: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a para proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor”. Finalizada la lectura, Jesús agregó: “Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes” (Lucas 4:21).

Y para su descendencia que somos los creyentes encontramos en este capítulo  61 de Isaías preciosas promesas. Por ejemplo:

 Nosotros somos "robles de justicia,   plantío del Señor, para mostrar su gloria" (Isaías 61:3).

Pero como a los robles, Él nos diseñó  para resistir tormentas. A través de esas tormentas el plantío es podado, cuando sus ramas secas, sus hojas marchitas y sus frutos dañados son desgajados para que no se roben la sabia que produce la cosecha.

Entonces, cuando cesa la tormenta, el plantío reverdece, florece y produce fruto.

Ahora bien, para que podamos ser ese plantío  productivo, en Juan 12:24 el Divino Maestro nos revela varios secretos: “Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda  solo (sin producir fruto). Pero si muere, produce mucho fruto”.

Morir a nuestro propio yo es la clave primera. Pero vale la pena aclarar que el que muere ya no reacciona ni ante las ofensas ni ante los elogios. ¿Quién ha podido decir que un muerto se levantó a protestar contra quien lo agredió, lo golpeó, lo pisoteó, lo dañó de alguna manera? O, ¿qué difunto se envaneció ante el éxito y los honores?

 La segunda clave está en Juan 15: 1-2, 5: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda, para que dé más fruto todavía…Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada”.

Luego de ser podados y estar unidos a Cristo permanentemente, entonces podemos llegar a ser portadores de su gloria y Jesús nos envía como el Padre lo envió a Él (Juan 20:21): “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes  y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure” (Juan 15:16).

Sólo entonces podremos recibir sus promesas: “En mi fidelidad los recompensaré y haré con ellos un pacto eterno. Sus descendientes serán conocidos entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Quienes los vean reconocerán que ellos son descendencia bendecida del Señor" (Isaías 61:9).
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EL VERDADERO AMOR

 “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, ni se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo  lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor jamás se extingue” (1ª Corintios 13:4-8).

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. El que teme… no ha sido perfeccionado en el amor” (1ª  Juan 4:17 c-18).

“El fruto del Espíritu (Santo) es amor,  alegría, paz, paciencia,  amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gálatas 5:22-23 a).

“Esposos, amen a sus esposas,  así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5:25).

“El amor cubre todas las faltas” (Proverbios 10:12b).

Características  del amor:

1.     Es paciente (Sabe esperar).
2.     Es bondadoso (Sólo ejecuta lo bueno).
3.     No es envidioso (No es celoso).
4.     No es vanidoso (No presume de lo que no es).
5.     No es orgulloso.
6.     No es rudo.
7.     No es egoísta (No busca su propio beneficio).
8.     No se enoja por cualquier cosa (dominio propio).
9.     No es rencoroso (perdona).
10.           No se agrada en hacer lo malo (no toma venganza, por ejemplo).

11.           Es veraz, no mentiroso (no engaña).
12.           Lo disculpa todo.
13.           Confía en el ser amado.
14.           Todo lo soporta.
15.           No teme sino que echa fuera el temor.
16.            Forma una unidad con la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad  y el dominio propio.
17.            Se entrega hasta el sacrificio.
18.           Cubre todas las faltas.




El amor  es un mandamiento, pero también es un regalo de Dios

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Deuteronomio.6:5) y “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico. 19:18; Lucas 10:27). Pero no tenemos que esforzarnos porque  “Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”  (Romanos 5:5b).

Los celos no son amor sino temor
Los celos son temor de que otra persona te pueda quitar al ser que amas. Pero la palabra de Dios dice que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (1ª Juan 4:18). Y que el perfecto amor echa fuera el temor. Si amamos realmente a esa persona le damos la alternativa de escoger a quien la pueda hacer más feliz, aún a costa de nuestra renunciación. Además los celos son envidia y la envidia es carcoma de los huesos (puede producir osteopenia, osteoporosis o cáncer óseo).

Una poesía que define el amor verdadero:

Amar no es desear el ser correspondido,

Ni querer el privilegio de la exclusividad.

Amar es darlo todo llegando al sacrificio,

Y para el ser amado, buscar felicidad.

Una canción que manifiesta  el verdadero amor:

“Que seas feliz aunque no sea a mi lado,

Aunque no sea a mi lado, quiero que seas feliz…

Si alguna vez tú quisieras volver,

No vayas  a dudar, que yo te esperaré…

Una canción que es la antítesis del amor:

Si tú no me quieres te corto la cara, con una cuchilla de esas de afeitar,

El día de la boda te doy puñaladas, te corto el ombligo y mato a tu mamá.

Jesús es el modelo

Hermano que crees enamorado estar,

Con amor verdadero, amor del Señor,

Si en tu pecho hay ira, celos o ansiedad,

Estás en la carne, eso no es de Dios.


El amor espera paciente y benigno,

No tiene jactancia, ni orgullo ni envidia;

Si viene de Dios, hay paz en tu espíritu,

Hay seguridad y certeza en tu vida.


En el amor jamás hay temor ni amargura,

Tampoco rencor, menos egoísmo;

El corazón reboza verdad y ternura

Y dispuesto está para el sacrificio.


Por eso, hermanito, entrega a Jesús

Todo sentimiento de tu corazón;

Crucifica ya tu carne en la cruz

De Aquel que es modelo de amor y perdón.


Y espera confiado la guía del Señor,

Pues, quién es, a su tiempo, Él te indicará;

Mas, busca primero el reino de Dios,

Que tu ayuda idónea, Él te añadirá.


Historia de un amor auténtico:

Crecieron juntos y ella se enamoró secretamente de él. Pero él siempre la vio como a una amiga a la que buscaba para contarle de sus conquistas, de sus sueños, de sus romances, de sus frustraciones, de sus engaños, de sus diversas experiencias sentimentales. Ella se convirtió en su paño de lágrimas, que lloraba o era feliz según él lo fuera, sin que él sospechara  lo que ella secretamente sentía.  Pasó mucho tiempo en que él picó de flor en flor,  pero sólo encontró falsos y efímeros amores que dejaron a su paso una gran frustración.
Entonces un día se dio cuenta que el ser que realmente lo amaba desinteresadamente era aquella a quien nunca había mirado sino sólo para buscar ayuda y consuelo.
Le propuso que fuera su esposa y llegaron a ser la pareja más feliz que podamos imaginar.
Esta historia es real, y fue contada en un salón de clase donde la protagonista que contó la historia era la profesora.

Otra historia de verdadero amor:

Eran novios y se casarían muy pronto, pero hubo un intruso que la sedujo con engaños y mentiras y ella se fue con él. Pasaron los años y un día regresó al hogar paterno con tres hijitos, abandonada,  derrotada y triste.  Él tan prono se enteró, la buscó y le dijo que la perdonaba, que nunca la había podido olvidar y le propuso que se casaran, que él les daría el apellido a los niños y  sería su padre adoptivo.

El ejemplo de José (Mateo 1:18-25)

José el padre adoptivo de Jesús, está comprometido para casarse con la virgen María pero se da cuenta que ella está embarazada y no se sabe de quien. La ley judía apedreaba a la adúltera y José que la amaba de verdad no quiso delatarla sino que decidió divorciarse en secreto de ella porque sabía que si la denunciaba, María terminaría hecha un montón de piedra (Levítico 20:10; Juan 8:3-5). Cuando el ángel le dice en sueños que no abandone a María, él obedece y adopta a Jesús como su propio hijo.

Jesús es el novio abandonado que espera por la novia

Sí, y la humanidad es la novia traicionera que le vuelve la espalda y lo traiciona, escuchando las voces del tentador, del mundo y de su propia inclinación al mal. Pero cuando recibe el castigo resultado del pecado, entonces va derrotada y herida a Jesús quien está esperando con los brazos abiertos para perdonar y restaurar a aquella por quien dio su propia vida (Lucas 15).

Evaluación para los dos:

¿Te casas para hacer feliz a tu pareja o para que tú pareja te haga feliz?

¿Estás engañando a tu novio(a) fingiéndole lo que en verdad no eres y ocultándole tus verdaderos defectos?

¿Te molestas cuando alguien se muestra interesado o halaga a tu amado(a)?

¿Si tu pareja se fuera con otra persona y con el tiempo regresa triste y decepcionada la recibirías sin hacerle reproches?

¿Estarías dispuesto(a) a facilitarle el camino a tu novio(a) para que buscara otra alternativa que tú sabes que le conviene más, que tu relación con él (ella)?

¿Qué harías si encuentras a tu pareja “poniéndote lo cuernos”?  

¿Qué venganza tomarías?

¿Eres celoso (a)?

¿Seguro que serías capaz de dar la vida por esa persona que dices amar?


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RELACIONES HUMANAS

“Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No presuman de sabios. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos” (Romanos 12:16-18).

“No juzguen a otros y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros y Dios no los condenará a ustedes. Perdonen y Dios los perdonará. Den a otros y Dios les dará a ustedes. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a ustedes” (Lucas 6:37-38).

Hagan ustedes con los demás, como quieran que los demás hagan con ustedes” (Mateo 7:12).

“La respuesta amable calma el enojo; la violenta lo excita más” (Proverbios 15:1).

“Sean humildes y amables. Tengan paciencia y sopórtense unos a otros con amor” (Efesios 4:12).

“Llénense de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito. No hagan nada por vanidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el de los otros” (Filipenses 2:2-4).

“No debemos cansarnos de hacer el bien, porque si no nos desanimamos, a su debido tiempo cosecharemos” (Gálatas 6:9). “Lo que el hombre siembra, eso también cosechará” (Gálatas 6:7).

“Todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar y para enojarse. Porque el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios” (Santiago 1:19-20).

 “Que Dios que es el que da paciencia y consuelo, les ayude a vivir en armonía unos con otros, según Cristo Jesús, para que todos juntos, a una sola voz, alaben al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 15:5-6).

“Todo lo que hagan, háganlo con amor” ( 1ª Corintios 16:14).

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ORACIÓN


Señor Jesucristo, a ti que eres Dios y hombre a la vez, te pido que pongas en mí tu corazón, y que me des tu carácter. Hazme paciente y de corazón humilde como tú. Ayúdame  a marchar a tu lado y a seguir siempre tu ejemplo. Hazme un instrumento de paz, amor y bendición. Que mis palabras no sean dardos que hieran, sino bálsamo que sane. Que todos mis actos reflejen tu presencia en mí. Que siempre sea factor de unidad y nunca  de división. Permíteme mirar a mi prójimo con tus ojos y amarlo con tu amor. Dame sabiduría para manejar mis relaciones con los demás. Que siempre devuelva bien por mal. Que por cada ofensa regale una sonrisa. Que no juzgue para que no sea juzgado. Que no condene para que no sea condenado. Que siempre perdone para poder ser perdonado. Que esté dispuesto a bendecir y a amar aún aquellos que  me maldicen y persiguen. Que cuando dé, lo haga sin esperar nada a cambio, porque la recompensa viene de ti. Hazme misericordioso, tolerante, justo y pacificador, para que en lugar de incendiar, sea bombero en los conflictos y para que pueda soportar, aún  a los insoportables. Que busque enseñar con mi ejemplo y no con solas palabras para que mi vida entera te glorifique y sea un seguir continuamente tus pisadas y un escuchar tu voz. En tu nombre santo, señor Jesucristo, amén y amén.



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CÓMO RESTAURAR  LAS RELACIONES ROTAS 

  1. Orar pidiendo a Dios que disponga el momento y las circunstancias para que se pueda dar la reconciliación.

  2. Tomar la iniciativa, habiendo decidido perdonar de corazón.

  3. Aprovechar el momento y el lugar que consideremos apropiados.

  4. Admitir mis propios errores, reconociendo con sinceridad y humildad, mi culpa.

  5. Pedir perdón, sin esperar a que otros lo hagan.

  6. Usar la manera correcta para decir las cosas. Esto es tan importante como el mensaje en sí. Debemos evitar el sarcasmo, el dedo acusador, la vanidad, la agresividad, la aspereza, el menosprecio, las comparaciones, las palabras hirientes.

  7. Morir a mi propio yo, venciendo el orgullo y el amor propio.

  8. Tener en cuenta que es más importante la reconciliación que la solución del conflicto. El hecho que no estemos de acuerdo en algo, no nos debe llevar a dañar las relaciones. Reafirmémonos en lo que nos une y no en lo que nos divide.

  9. Utilicemos palabras que construyen y alienten. No usemos las críticas destructivas ni aceptemos el chisme. El chismoso sólo trae destrucción. Así como viene a hablar mal de los otros, tarde o temprano hablará mal de nosotros.

  10. Clave: Si el amor está siempre presente será fácil la reconciliación y nunca habrá perdedores.




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LO MÁS IMPORTANTE 

Un maestro de la ley fue a hablar con Jesús y para ponerlo a prueba le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? El maestro de la ley contestó: ‘Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y ama a tu prójimo como a ti mismo’ Jesús le contestó: Has contestado bien. Si haces esto, tendrás la vida” (Lucas 10:25-28). 

“Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos” (Juan 13: 34-35). 

“Yo voy a enseñarles un camino mucho mejor: Si hablo las lenguas de los hombres y aun de los ángeles, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Y si tengo el don de profecía, y entiendo todos los designios secretos de Dios, y sé todas las cosas, y si tengo la fe necesaria para mover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y aun entrego mi propio cuerpo para tener de qué enorgullecerme, pero no tengo amor, de nada me sirve. Tener amor es saber soportar; es ser bondadoso; es no tener envidia, ni ser presumido, ni orgulloso ni grosero, ni egoísta; es no enojarse ni guardar rencor; es no alegrarse de las injusticias, sino de la verdad. Tener amor es sufrirlo todo, creerlo todo, esperarlo todo, soportarlo todo. El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos. Porque los conocimientos y la profecía son cosas imperfectas, que llegarán a su fin cuando venga lo que es perfecto…Mi conocimiento es ahora imperfecto, pero un día conoceré a Dios como Él me ha conocido siempre a mí. Tres cosas hay que son permanentes: la fe, la esperanza y el amor; pero el más importante de las tres, es el amor” (1ª Corintios 13).
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DIÁLOGO ENTRE UN BEBÉ EN GESTACIÓN Y  SU ÁNGEL (MATEO 18:10)

Bebé: -He escuchado que próximamente debo salir de la burbuja en que me encuentro. Tengo mucho miedo de lo que acontece allá afuera. Dime quién me ayudará a vivir si soy tan pequeño e indefenso.

Ángel: -Dios ha escogido un ángel especial para que te acompañe y te cuide.

Bebé: -Me gusta la música.  Adentro hay sonidos tan hermosos. Quisiera seguirlos escuchando.

Ángel: -Tu ángel te cantará canciones tiernas y hermosas.

Bebé: -Y ¿cómo entender lo que me digan los demás si no conozco su lenguaje?

Ángel: -Tu ángel te enseñará con mucha paciencia y amor, el idioma en que puedas entenderlos.

Bebé: -Quisiera conocer al que me creó en esta burbuja y que me dio la vida.

Ángel: -Tu ángel te leerá el libro que nuestro Creador dejó para que lo conociéramos.

Bebé: -Y ¿cómo podré comunicarme con mi Creador?

Ángel: -Tu ángel te enseñará a hablar con Él y te ayudará a pedir por ti.

Bebé: -He oído que afuera hay mucha maldad y hacen mucho daño a los niños.

Ángel: -Tu ángel te defenderá, te protegerá, aún a costa de su propia vida y tu Creador estará con ustedes, y los guardará.

Bebé: -Y ¿qué tengo que hacer para que cuando mi tiempo allá afuera termine, yo  pueda ir a un lugar de paz y felicidad viviendo con mi Creador?

Ángel: -Tu ángel te enseñará con su ejemplo, que por medio de la obediencia al Padre Creador podrán ir los dos a las mansiones eternas que Él tiene preparadas para  sus hijos.

Bebé: -Oye, hasta ahora no me has dicho cómo se llama ese ángel que mi Creador diseñó para mí.

Ángel: -Su nombre es lo de menos. Es el mismo ángel que te llevó en la burbuja donde  te encuentras  y con quien has estado hablando. Tú me llamarás  “MAMÁ”.



¡Felicitaciones, madres, por ser los ángeles servidores de Dios para sus hijos!


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