viernes, 24 de julio de 2015

LA FAMILIA


LECCIÓN 12

“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo, pues si cayeren, el uno levantará a su compañero” (Ec. 4: 9-10).

 

OBJETIVOS:

 

Que el discípulo de Cristo conozca sus deberes personales con Dios, dentro de su hogar y dentro de la sociedad.

 

 

12. 1. Origen - Definición

 

La familia nació en el Edén, con la primera pareja (Gn. 2: 22): Adán y Eva (Gn. 3: 20). Son dos personas, hombre y mujer (Gn. 5: 2), iguales y diferentes a la vez.

 

 

12. 2. En qué son iguales:

 

v  Son hechos a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1: 27). Esto es lo que permite que mutuamente se respeten, se amen, se relacionen, se comuniquen y formen “una sola carne” (Gn. 2: 24)

 

v  Son llamados a la misma vocación: Señorear la Creación (Gn. 1: 28); fructificar y multiplicarse (Gn. 1: 28); ser mayordomos de las riquezas de Dios (Mt. 25: 14-30); dejar a sus padres para formar un hogar aparte (Gn. 2: 24, Ef. 5: 31); hacer el bien, siguiendo el ejemplo de Jesucristo (1ª P. 2: 15, 21), ser uno en Cristo Jesús (Gá. 3: 28) y bendecidos por Dios (1ª P. 3: 9).

 

v  En ambos Dios halló complacencia (Gn. 1:31) y los dos se aceptan y se deleitan mutuamente (Gn. 4: 1, 25; Pr. 5: 18-19; Ec. 9: 9).

 

v  Los dos pecaron desobedeciendo a Dios, por codiciar ser como Él (Gn. 3: 5-6) e igualmente evadieron responsabilidades de sus culpas (Gn. 3: 12-13), trayendo la muerte espiritual para ellos y su descendencia (Ro. 5: 12; 1ª Co. 15: 21-22), y fueron lanzados de la presencia divina por su pecado (Gn. 3: 24).

 

v  Con excepción de Adán,  el hombre procede de la mujer y la mujer del hombre (1ª Co. 11: 11-12)

 

v  Se pertenecen el uno al otro (1ª Co. 7: 3-5).

 

 

 

12. 3. En qué son diferentes:

 

En la sexualidad: él es varón y ella es mujer (Gn. 1: 27) y esta diferencia es la que permite que el uno sea el complemento del otro (Gn. 2: 18). Esta misma diferencia incluye las siguientes áreas

 

v  Anatómica: masculina o femenina.

 

v  Física: él es más fuerte y ella es más débil.

 

v  Funcional: él engendra y ella permite la gestación y da a luz.

 

v  Psicológica: ella es más sensible que él (Mc. 15: 40-41; 16: 1; Lc. 7: 44-46; 23: 55-56; 24: 1).

 

 

NOTA: La más asquerosa abominación es pretender la unión matrimonial entre homosexuales o lesbianas. Cuando Dios creó la primera pareja, “varón y hembra los creó” (Gn. 1: 27); y lo que el Señor mandó fue “dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn. 2: 24; Mt. 19: 4-5; Ef. 5: 31). El Señor no dijo “se unirá el hombre a otro hombre” o “se unirá la mujer a otra mujer”. En Romanos 1: 21-32 dice muy claramente que el homosexualismo y el lesbianismo son una maldición divina producto de la idolatría (poner el corazón en las criaturas antes que en el Creador) y la soberbia de los propios razonamientos humanos: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios se hicieron necios, y cambiaron la gloria de Dios incorruptible, en semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación...”

 

El homosexualismo y el lesbianismo, obras aberrantes de la carne, el mundo y el diablo, pueden ser también consecuencia de muchas heridas causadas por el medio familiar y social: abuso sexual,  rechazo al sexo, cuando los padres y familiares deseaban un bebé del sexo opuesto; decepciones sentimentales por rechazos o traiciones; maltrato del padre hacia la madre, o infidelidad de cualquiera de los padres, que puede conducir al joven a rechazar toda relación matrimonial, etc.

 

Cuando el homosexual o la lesbiana, reconocen este estado como pecado, y aceptan a Cristo como su Señor y Salvador, y piden perdón por todo pecado que haya traído esta maldición a sus vidas, y perdonan a quienes los violaron o los pervirtieron o rechazaron su sexo, o hirieron sus sentimientos en una u otra forma, y entregan a Cristo esos recuerdos así como toda la contaminación que vino a sus corazones, y renuncian a toda aberración sexual y a toda cadena desde sus antepasados, y rinden esta áreas al Señor, entonces Jesucristo no sólo los perdona sino que también les da la potestad para ser hechos hijos de Dios o sea para nacer de nuevo (Jn. 1: 12), los limpia de todas sus inmundicias (1ª Jn. 1: 9) y les da el poder del Espíritu Santo para que comiencen una nueva vida (Tit. 3: 3-7).

 

 

12. 4. Diferencias en sus deberes como esposos:

 

v  Él es la cabeza de su mujer como Cristo lo es de su iglesia (Ef. 5: 23) y debe amarla también como Cristo amó a su iglesia y entregó su vida por ella (Ef. 5: 25); no debe ser áspero con ella (Col. 3:19), sino sabio, dándole honor como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia para que sus oraciones no tengan estorbo (1ª  P. 3: 7). Un vaso frágil es algo tan fácil de quebrar y una vez que se rompe es imposible de restaurar. En el caso de la mujer, sólo Cristo puede hacer el milagro de la restauración.

 

v  La mujer debe estar sujeta a su marido en todo, como la iglesia está sujeta a su marido que es Cristo (Ef. 5: 24; 1ª P. 3: 1) y si su marido es inconverso, debe ganarlo mediante una conducta recta, respetuosa, sencilla y afable (1ª P.3: 1-5). Es ella la llamada a edificar su casa con sabiduría (Pr. 14: 1) y sus virtudes deben ser acordes con las de la mujer descrita en Proverbios 31: 10-30. Debe además, ser la ayuda idónea para llenar la soledad de su marido (Gn. 2: 18).

 

 

12. 5. Objetivos del matrimonio

 

 

v  Procreación de la familia y multiplicación de la raza humana (Gn. 1: 28).

 

v  Deleite mutuo de la pareja (Pr. 5: 18-19; Ec. 9: 9; Cnt.).

 

v  Muro de contención contra el pecado (1ª Co. 7: 3-5).

 

 

 

 

12. 6. Deberes mutuos como padres:

 

Deben criar a sus hijos en disciplina y en el conocimiento del Señor pero no provocarlos a ira (Ef. 6: 4), ni exasperarlos para que no se desalienten (Col. 3:21); castigarlos pero con dominio propio (Pr. 19: 18); instruirlos desde niños (Pr. 22: 6; Pr. 23: 13-14), guiándolos en sabiduría, sin consentirlos (Pr. 29: 15), pero siendo tan compasivos con ellos como Dios se compadece de los que le temen (Sal. 103:13) y de los que lo buscan arrepentidos (Lc. 15: 11-32) haciéndolo todo con amor (1ª Co. 16: 14).

 

 

12. 7. Deberes de los hijos:

 

Obedecer a sus padres en todo (Col. 3: 20) y honrarlos para recibir la promesa del Señor: “Hijos obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra” (Ef. 6: 1-3). Los hijos han de oír la instrucción de su padre y guardar sus mandamientos; no menospreciar la dirección de la madre ni dejar sus enseñanzas (Pr. 1: 8; 6: 20-22; 13: 1); darles alegría (Pr. 15: 20; 23:25); no tenerlos en menos en la vejez (Pr. 23: 22); jamás maldecirlos (Pr. 20: 20; Mr. 7: 10) ni escarnecerlos (Pr. 30: 17); tampoco robarlos (Pr. 19: 26). Todo lo contrario, ayudarles en lo que les sea posible no haciendo como los fariseos legalistas reprendidos por Jesucristo en Mr. 7: 11-12. Los jóvenes deben evitar las compañías de prostitutas que les roben su dinero (Pr. 29: 3) y cacen su alma (Pr. 6: 26); huir de la fornicación (1ª Co. 6: 15-20) y el adulterio (Pr. 7; He. 13: 4), y nunca contraer matrimonio con incrédulos (2ª Co. 6:14-18; 7:1).

 

 

12. 8. La familia en la sociedad

 

 

12. 8. 1. Deberes como empleados

 

Obedecer a los patronos con corazón sencillo y sincero, temiendo a Dios y haciendo todo como para Él, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, haciéndolo todo con agrado de acuerdo a la voluntad divina, como siervos de Cristo y no como para los hombres (Ef. 6: 5-7; Col. 3: 22-24); no haciendo lo malo (Dn. 6: 22) y siendo sumisos con sus jefes ya sean buenos o sean malos (1ª P. 2: 8); obrando en todo con honestidad y fidelidad (Gn. 39:  1-9; Is. 33: 5-16; Dn. 6: 4); no acusando a sus compañeros (Pr. 30: 10; Dn. 6: 13, 24); testificando de Dios ante sus superiores (Dn. 6: 20-22); hablando con sabiduría e inteligencia (Dn. 1:19-20); siendo prudentes en todo (Pr. 17: 2); cuidando los intereses de su patrón (Pr. 27: 18;  Mt. 25: 14-30); haciéndose merecedor de toda su confianza (Gn. 39: 6) y orando a Dios fervorosamente (Dn. 6: 10).

 

12. 8. 2. Deberes como patronos

 

Seleccionar empleados temerosos de Dios (Gn. 30:27; 39: 3-5), bajo la guía del Espíritu Santo Ro. 8: 14); hacer lo justo y recto con los empleados (Col. 4: 1), sin amenazarlos ni hacer acepción de personas (Ef. 6: 9), pagándoles a tiempo lo que les corresponda (Dt. 24: 4-15), sin engañarlos para no provocar la ira de Dios (Mal. 3: 5; Stg. 5: 1-4); buscar una correcta comunicación con los empleados, y entre ellos (Gn. 11: 6-8), procurando el mutuo acuerdo (Am. 3:3; 1ª P. 3: 8), escuchándolos y aceptando sus quejas (Job 31: 13-14) y antes sirviéndoles con amor, porque el que quiera ser el mayor, tiene que ser primero, servidor (Mt. 20: 25-27).

 

12. 8. 3. Deberes como ciudadanos

 

Andar en sujeción a la autoridad (Ro. 13: 1-5; 1ª P. 2: 13-14), excepto cuando el obedecer a la autoridad implica desobedecer a Dios (Hch. 4: 19; 5: 29); ser sabios para con los inconversos aprovechando bien el tiempo, hablando con gracia y sazón. y sabiendo lo correcto que hay que responder a cada uno (Col. 4: 5-6); haciendo siempre el bien (Gá. 6: 9), para acallar la ignorancia de los insensatos (1ª P. 2: 15); manteniendo siempre las buenas maneras entre los que no conocen a Dios y nos atacan, para que al ver nuestras buenas obras glorifiquen al Señor (Mt. 5: 16; 1ª P. 2: 12); estando siempre preparados para presentar defensa de nuestra fe en Cristo con mansedumbre y reverencia (1ª P. 3: 15); con gentileza (Fil. 4: 5) y sin murmuraciones ni contiendas (Fil. 2: 14); bendiciendo a los que nos persiguen, participando del gozo y de la tristeza de los que nos rodean, asociándonos con los humildes, no creyéndonos sabios, ni pagando mal por mal, procurando lo bueno delante de todos y tratando de estar en paz con todos, dejándole siempre todo a Dios, haciendo bien a nuestros enemigos, y venciendo lo malo con lo bueno (Ro. 12: 14-21); no  debiendo nada a nadie; amándonos unos a otros (Ro. 13: 7-8), pues en eso es que conocerán todos que somos discípulos de Cristo (Jn. 13: 35).

 

12. 8. 4. Deberes como mayordomos de Dios

 

Administrando sabiamente los talentos que el Señor nos ha entregado, haciéndolos fructíferos, porque de cada uno tendremos que rendir cuentas a Dios (Mt. 25: 14-30); esforzándonos en cumplir las tareas que el Señor nos ha encomendado (Lc. 17: 10); cumpliendo toda obligación tributaria (Mt. 17: 25-27; Lc. 20: 25); diezmando y ofrendando (Mal. 3: 8-12; Mt. 23: 23; 1ª Co. 4: 2; 2ª Co. 9: 6-13); administrando con fidelidad los talentos que el Señor nos ha confiado (Mt. 25: 25-29); dando prioridad a lo más importante de la ley (Mt. 23: 23) de Dios: la justicia (Pr. 11: 8; 14: 34; 21:3, 21; 29: 2; Is. 1: 16-31; 32:  17; 33: 15-17); la misericordia (Is. 58: 7-12; Os. 6: 6; Mi. 6: 8; Mt. 25: 34-40; Lc. 10: 30-37) y la fe (Mt. 8: 5-12; 17: 17; Mc. 16: 14; He. 11: 6); velando en todo tiempo (Mt. 24;42-51; Mr. 13: 33-37), guiados en todo por el Espíritu Santo (Ro. 8: 14).

 

 

12. 8. 5. Deberes como ministros de Dios

 

Apacentando el rebaño del Señor (Jn. 1: 7), cuidándolo no por fuerza sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como los que tienen señorío sobre los que están bajo su cuidado, sino siéndoles ejemplo (1ª P. 5: 2-3). Cada uno según el don que haya recibido de Dios, debe ministrarlo a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios y haciéndolo todo para su gloria (1ª P. 4: 10-11); procurando con diligencia presentarse a Dios, aprobados, como obreros que no tienen de qué avergonzarse, que usan bien la palabra de verdad (2ª  Ti. 2: 15); como vasos para honra (2ª Ti. 2: 20-21); huyendo de las pasiones y siguiendo la justicia, la fe, el amor y la paz; con corazón limpio, invocando al Señor; desechando lo necio y lo insensato y toda contienda; siendo amables, preparados para enseñar, sufridos, mansos para corregir a los opositores (2ª Ti. 2: 22-25); predicando la palabra en todo tiempo, redarguyendo, reprendiendo y exhortando, con toda paciencia y doctrina (2ª Ti. 4: 2); mirando a los demás como a iguales, tratando de ganarlos para Dios (1ª Co. 9: 19-22); andando en integridad y en justicia; hablando siempre verdad, no calumniando ni haciendo mal al prójimo, ni admitiendo reproche contra él, honrando a los que temen a Dios, no cambiando de parecer a pesar de las consecuencias, ni dando dinero a usura ni admitiendo cohecho (Sal. 15); buscando el camino de la perfección, sin hacer fraude (Sal. 101: 6-7); irreprensibles, maridos de una sola mujer, no soberbios ni iracundos, no dados al vino ni pendencieros, no codiciosos de ganancias deshonestas, sino hospedadores, amantes de lo bueno, sobrios, justos, santos, dueños de sí mismos, retenedores de la palabra fiel, para poder exhortar con sana enseñanza (Tit. 1: 6-9); prudentes, decorosos, apacibles; buenos gobernadores de casa, teniendo a los hijos en sujeción, no neófitos; de buen testimonio, para que no caigan en descrédito ni en el lazo del diablo (1ª Ti. 3: 2-7); temerosos de Dios (Sal. 61: 4-5).

 

 


 

EVALUACIÓN

 

1.    Enumere tres igualdades entre el hombre y la mujer

 

 

 

 

 

 

 

2.    Explique los deberes del esposo

 

 

 

 

 

 

 

3.    Explique los deberes de la esposa

 

 

 

 

 

 

 

4.    ¿Cuál es la bendición que Dios promete a los hijos que honran a sus padres?

 

 

 

 

5.    Enumere cinco deberes del ciudadano cristiano

 

 

 

 

 

 

6.  Coloree en su Biblia y trate de memorizar Gn. 1: 27; 2: 24; Sal. 1: 1-3; 103: 13; Pr. 14: 1; 31: 10, 30; Ro. 12: 21; Ef. 6: 2-3; Fil. 4: 5; 1ª P. 2: 15; 3: 15.

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