LECCIÓN 12
“Mejores
son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo, pues si cayeren, el
uno levantará a su compañero” (Ec. 4: 9-10).
OBJETIVOS:
Que el discípulo de Cristo
conozca sus deberes personales con Dios, dentro de su hogar y dentro de la
sociedad.
12. 1. Origen - Definición
La familia nació en el Edén, con la
primera pareja (Gn. 2: 22): Adán y Eva (Gn. 3: 20). Son dos personas, hombre y
mujer (Gn. 5: 2), iguales y diferentes a la vez.
12. 2. En qué son iguales:
v
Son
hechos a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1: 27). Esto es lo
que permite que mutuamente se respeten, se amen, se relacionen, se comuniquen y
formen “una sola carne” (Gn.
2: 24)
v Son llamados a la misma vocación: Señorear la
Creación (Gn. 1: 28); fructificar y multiplicarse (Gn. 1: 28); ser mayordomos
de las riquezas de Dios (Mt. 25: 14-30); dejar a sus padres para formar un
hogar aparte (Gn. 2: 24, Ef. 5: 31); hacer el bien, siguiendo el ejemplo de
Jesucristo (1ª P. 2: 15, 21), ser uno en Cristo Jesús (Gá. 3: 28) y bendecidos
por Dios (1ª P. 3: 9).
v En ambos Dios halló complacencia (Gn. 1:31) y
los dos se aceptan y se deleitan mutuamente (Gn. 4: 1, 25; Pr. 5: 18-19; Ec. 9:
9).
v Los dos pecaron desobedeciendo a Dios, por codiciar ser como
Él (Gn. 3: 5-6) e igualmente evadieron responsabilidades de sus culpas
(Gn. 3: 12-13), trayendo la muerte espiritual para ellos y su descendencia (Ro.
5: 12; 1ª Co. 15: 21-22), y fueron lanzados de la presencia divina por su
pecado (Gn. 3: 24).
v Con excepción de Adán,
el hombre procede de la mujer y la mujer del hombre (1ª Co. 11:
11-12)
v Se pertenecen
el uno al otro (1ª Co. 7: 3-5).
12. 3. En qué son diferentes:
En la sexualidad: él es
varón y ella es mujer (Gn. 1: 27) y esta diferencia es la que permite que el
uno sea el complemento del otro (Gn. 2: 18). Esta misma diferencia incluye las
siguientes áreas
v
Anatómica: masculina o femenina.
v
Física: él es más fuerte y ella es más débil.
v
Funcional: él engendra y ella permite la
gestación y da a luz.
v
Psicológica: ella es más sensible que él (Mc.
15: 40-41; 16: 1; Lc. 7: 44-46; 23: 55-56; 24: 1).
NOTA: La más asquerosa
abominación es pretender la unión matrimonial entre homosexuales o lesbianas.
Cuando Dios creó la primera pareja, “varón y hembra los creó” (Gn.
1: 27); y lo que el Señor mandó fue “dejará
el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne” (Gn.
2: 24; Mt. 19: 4-5; Ef. 5: 31). El Señor no dijo “se unirá el hombre a otro
hombre” o “se unirá la mujer a otra mujer”. En Romanos 1: 21-32 dice muy
claramente que el homosexualismo y el lesbianismo son una maldición divina
producto de la idolatría (poner el corazón en las criaturas antes que en el
Creador) y la soberbia de los propios razonamientos humanos: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron
como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus
razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios se
hicieron necios, y cambiaron la gloria de Dios incorruptible, en semejanza de
hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y reptiles. Por lo cual también
Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de
modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad
de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al
Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto, Dios los entregó a
pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que
es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso
natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo
hechos vergonzosos hombres con hombres, recibiendo en sí mismos la retribución
debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios
los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando
atestados de toda injusticia, fornicación...”
El homosexualismo y el
lesbianismo, obras aberrantes de la carne, el mundo y el diablo, pueden ser
también consecuencia de muchas heridas causadas por el medio familiar y social:
abuso sexual, rechazo al sexo, cuando
los padres y familiares deseaban un bebé del sexo opuesto; decepciones
sentimentales por rechazos o traiciones; maltrato del padre hacia la madre, o
infidelidad de cualquiera de los padres, que puede conducir al joven a rechazar
toda relación matrimonial, etc.
Cuando el homosexual o la
lesbiana, reconocen este estado como pecado, y aceptan a Cristo como su Señor y
Salvador, y piden perdón por todo pecado que haya traído esta maldición a sus
vidas, y perdonan a quienes los violaron o los pervirtieron o rechazaron su
sexo, o hirieron sus sentimientos en una u otra forma, y entregan a Cristo esos
recuerdos así como toda la contaminación que vino a sus corazones, y renuncian
a toda aberración sexual y a toda cadena desde sus antepasados, y rinden esta
áreas al Señor, entonces Jesucristo no sólo los perdona sino que también les da
la potestad para ser hechos hijos de Dios o sea para nacer de nuevo (Jn. 1:
12), los limpia de todas sus inmundicias (1ª Jn. 1: 9) y les da el poder del
Espíritu Santo para que comiencen una nueva vida (Tit. 3: 3-7).
12. 4. Diferencias en sus deberes como esposos:
v
Él es la cabeza de su mujer como Cristo lo es de
su iglesia (Ef. 5: 23) y debe amarla también como Cristo amó a su iglesia y
entregó su vida por ella (Ef. 5: 25); no debe ser áspero con ella (Col. 3:19),
sino sabio, dándole honor como a vaso más frágil, y como a coherederas de la
gracia para que sus oraciones no tengan estorbo (1ª P. 3: 7). Un vaso frágil es algo tan fácil de
quebrar y una vez que se rompe es imposible de restaurar. En el caso de la
mujer, sólo Cristo puede hacer el milagro de la restauración.
v
La mujer debe estar sujeta a su marido en todo,
como la iglesia está sujeta a su marido que es Cristo (Ef. 5: 24; 1ª P. 3: 1) y
si su marido es inconverso, debe ganarlo mediante una conducta recta,
respetuosa, sencilla y afable (1ª P.3: 1-5). Es ella la llamada a edificar su
casa con sabiduría (Pr. 14: 1) y sus virtudes deben ser acordes con las de la
mujer descrita en Proverbios 31: 10-30. Debe además, ser la ayuda idónea para
llenar la soledad de su marido (Gn. 2: 18).
12. 5. Objetivos del matrimonio
v
Procreación de la familia y multiplicación de la
raza humana (Gn. 1: 28).
v
Deleite mutuo de la pareja (Pr. 5: 18-19; Ec. 9:
9; Cnt.).
v
Muro de contención contra el pecado (1ª Co. 7:
3-5).
12. 6. Deberes mutuos como padres:
Deben criar a sus hijos en
disciplina y en el conocimiento del Señor pero no provocarlos a ira (Ef. 6: 4),
ni exasperarlos para que no se desalienten (Col. 3:21); castigarlos pero con
dominio propio (Pr. 19: 18); instruirlos desde niños (Pr. 22: 6; Pr. 23:
13-14), guiándolos en sabiduría, sin consentirlos (Pr. 29: 15), pero siendo tan
compasivos con ellos como Dios se compadece de los que le temen (Sal. 103:13) y
de los que lo buscan arrepentidos (Lc. 15: 11-32) haciéndolo todo con amor (1ª
Co. 16: 14).
12. 7. Deberes de los hijos:
Obedecer a sus padres en
todo (Col. 3: 20) y honrarlos para recibir la promesa del Señor: “Hijos obedeced en el Señor a vuestros padres,
porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa; para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la
tierra” (Ef. 6: 1-3). Los hijos han de oír la instrucción de su padre y
guardar sus mandamientos; no menospreciar la dirección de la madre ni dejar sus
enseñanzas (Pr. 1: 8; 6: 20-22; 13: 1); darles alegría (Pr. 15: 20; 23:25); no
tenerlos en menos en la vejez (Pr. 23: 22); jamás maldecirlos (Pr. 20: 20; Mr.
7: 10) ni escarnecerlos (Pr. 30: 17); tampoco robarlos (Pr. 19: 26). Todo lo
contrario, ayudarles en lo que les sea posible no haciendo como los fariseos
legalistas reprendidos por Jesucristo en Mr. 7: 11-12. Los jóvenes deben evitar
las compañías de prostitutas que les roben su dinero (Pr. 29: 3) y cacen su
alma (Pr. 6: 26); huir de la fornicación (1ª Co. 6: 15-20) y el adulterio (Pr.
7; He. 13: 4), y nunca contraer matrimonio con incrédulos (2ª Co. 6:14-18;
7:1).
12. 8. La familia en la
sociedad
12. 8. 1. Deberes como empleados
Obedecer a los patronos con
corazón sencillo y sincero, temiendo a Dios y haciendo todo como para Él,
sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, haciéndolo
todo con agrado de acuerdo a la voluntad divina, como siervos de Cristo y no
como para los hombres (Ef. 6: 5-7; Col. 3: 22-24); no haciendo lo malo (Dn. 6:
22) y siendo sumisos con sus jefes ya sean buenos o sean malos (1ª P. 2: 8);
obrando en todo con honestidad y fidelidad (Gn. 39: 1-9; Is. 33: 5-16; Dn. 6: 4); no acusando a
sus compañeros (Pr. 30: 10; Dn. 6: 13, 24); testificando de Dios ante sus
superiores (Dn. 6: 20-22); hablando con sabiduría e inteligencia (Dn. 1:19-20);
siendo prudentes en todo (Pr. 17: 2); cuidando los intereses de su patrón (Pr.
27: 18; Mt. 25: 14-30); haciéndose
merecedor de toda su confianza (Gn. 39: 6) y orando a Dios fervorosamente (Dn.
6: 10).
12. 8. 2. Deberes como patronos
Seleccionar empleados
temerosos de Dios (Gn. 30:27; 39: 3-5), bajo la guía del Espíritu Santo Ro. 8:
14); hacer lo justo y recto con los empleados (Col. 4: 1), sin amenazarlos ni
hacer acepción de personas (Ef. 6: 9), pagándoles a tiempo lo que les
corresponda (Dt. 24: 4-15), sin engañarlos para no provocar la ira de Dios
(Mal. 3: 5; Stg. 5: 1-4); buscar una correcta comunicación con los empleados, y
entre ellos (Gn. 11: 6-8), procurando el mutuo acuerdo (Am. 3:3; 1ª P. 3: 8),
escuchándolos y aceptando sus quejas (Job 31: 13-14) y antes sirviéndoles con
amor, porque el que quiera ser el mayor, tiene que ser primero, servidor (Mt.
20: 25-27).
12. 8. 3. Deberes
como ciudadanos
Andar en sujeción a la autoridad (Ro.
13: 1-5; 1ª P. 2: 13-14), excepto cuando el obedecer a la autoridad implica
desobedecer a Dios (Hch. 4: 19; 5: 29); ser sabios para con los inconversos
aprovechando bien el tiempo, hablando con gracia y sazón. y sabiendo lo
correcto que hay que responder a cada uno (Col. 4: 5-6); haciendo siempre el
bien (Gá. 6: 9), para acallar la ignorancia de los insensatos (1ª P. 2: 15);
manteniendo siempre las buenas maneras entre los que no conocen a Dios y nos
atacan, para que al ver nuestras buenas obras glorifiquen al Señor (Mt. 5: 16;
1ª P. 2: 12); estando siempre preparados para presentar defensa de nuestra fe
en Cristo con mansedumbre y reverencia (1ª P. 3: 15); con gentileza (Fil. 4: 5)
y sin murmuraciones ni contiendas (Fil. 2: 14); bendiciendo a los que nos
persiguen, participando del gozo y de la tristeza de los que nos rodean,
asociándonos con los humildes, no creyéndonos sabios, ni pagando mal por mal, procurando
lo bueno delante de todos y tratando de estar en paz con todos, dejándole
siempre todo a Dios, haciendo bien a nuestros enemigos, y venciendo lo malo con
lo bueno (Ro. 12: 14-21); no debiendo
nada a nadie; amándonos unos a otros (Ro. 13: 7-8), pues en eso es que
conocerán todos que somos discípulos de Cristo (Jn. 13: 35).
12. 8. 4. Deberes como mayordomos de Dios
Administrando sabiamente
los talentos que el Señor nos ha entregado, haciéndolos fructíferos, porque de
cada uno tendremos que rendir cuentas a Dios (Mt. 25: 14-30); esforzándonos en
cumplir las tareas que el Señor nos ha encomendado (Lc. 17: 10); cumpliendo
toda obligación tributaria (Mt. 17: 25-27; Lc. 20: 25); diezmando y ofrendando
(Mal. 3: 8-12; Mt. 23: 23; 1ª Co. 4: 2; 2ª Co. 9: 6-13); administrando con
fidelidad los talentos que el Señor nos ha confiado (Mt. 25: 25-29); dando
prioridad a lo más importante de la ley (Mt. 23: 23) de Dios: la justicia (Pr.
11: 8; 14: 34; 21:3, 21; 29: 2; Is. 1: 16-31; 32: 17; 33: 15-17); la misericordia (Is. 58:
7-12; Os. 6: 6; Mi. 6: 8; Mt. 25: 34-40; Lc. 10: 30-37) y la fe (Mt. 8: 5-12;
17: 17; Mc. 16: 14; He. 11: 6); velando en todo tiempo (Mt. 24;42-51; Mr. 13:
33-37), guiados en todo por el Espíritu Santo (Ro. 8: 14).
12. 8. 5. Deberes como ministros de Dios
Apacentando el rebaño del
Señor (Jn. 1: 7), cuidándolo no por fuerza sino voluntariamente; no por
ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como los que tienen señorío
sobre los que están bajo su cuidado, sino siéndoles ejemplo (1ª P. 5: 2-3).
Cada uno según el don que haya recibido de Dios, debe ministrarlo a los otros
como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios y haciéndolo todo
para su gloria (1ª P. 4: 10-11); procurando con diligencia presentarse a Dios,
aprobados, como obreros que no tienen de qué avergonzarse, que usan bien la
palabra de verdad (2ª Ti. 2: 15); como
vasos para honra (2ª Ti. 2: 20-21); huyendo de las pasiones y siguiendo la
justicia, la fe, el amor y la paz; con corazón limpio, invocando al Señor; desechando
lo necio y lo insensato y toda contienda; siendo amables, preparados para
enseñar, sufridos, mansos para corregir a los opositores (2ª Ti. 2: 22-25);
predicando la palabra en todo tiempo, redarguyendo, reprendiendo y exhortando,
con toda paciencia y doctrina (2ª Ti. 4: 2); mirando a los demás como a
iguales, tratando de ganarlos para Dios (1ª Co. 9: 19-22); andando en
integridad y en justicia; hablando siempre verdad, no calumniando ni haciendo
mal al prójimo, ni admitiendo reproche contra él, honrando a los que temen a
Dios, no cambiando de parecer a pesar de las consecuencias, ni dando dinero a
usura ni admitiendo cohecho (Sal. 15); buscando el camino de la perfección, sin
hacer fraude (Sal. 101: 6-7); irreprensibles, maridos de una sola mujer, no
soberbios ni iracundos, no dados al vino ni pendencieros, no codiciosos de
ganancias deshonestas, sino hospedadores, amantes de lo bueno, sobrios, justos,
santos, dueños de sí mismos, retenedores de la palabra fiel, para poder
exhortar con sana enseñanza (Tit. 1: 6-9); prudentes, decorosos, apacibles;
buenos gobernadores de casa, teniendo a los hijos en sujeción, no neófitos; de
buen testimonio, para que no caigan en descrédito ni en el lazo del diablo (1ª
Ti. 3: 2-7); temerosos de Dios (Sal. 61: 4-5).
EVALUACIÓN
1.
Enumere
tres igualdades entre el hombre y la mujer
2.
Explique
los deberes del esposo
3.
Explique
los deberes de la esposa
4.
¿Cuál
es la bendición que Dios promete a los hijos que honran a sus padres?
5.
Enumere
cinco deberes del ciudadano cristiano
6. Coloree en su Biblia y trate de
memorizar Gn. 1: 27; 2: 24; Sal. 1: 1-3; 103: 13; Pr. 14: 1; 31: 10, 30; Ro.
12: 21; Ef. 6: 2-3; Fil. 4: 5; 1ª P. 2: 15; 3: 15.
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