SI PIENSAS ABORTAR ESTE MENSAJE
ES PARA TI
Cualquiera que sea el motivo que
tengas para que hayas tomado esta decisión, permíteme decirte que ningún hijo
es producto de la casualidad, ni es un error, ni es un descuido. Por el
contrario, los hijos son la herencia de Dios (Salmo 127:3). ¿Sabes que hay muchas mujeres que
darían cualquier cosa por tener un bebé y no lo han logrado a pesar de los
adelantos de la Ciencia? Otras han sido valientes y han aceptado el reto divino
de ser madres y han recibido la recompensa en esos hijos. Permíteme contarte
algo de mi propia vida:
Yo nací en un hogar de once hijos y fui
justamente la número 11. Mi madre tuvo tres hijos después de los cuarenta años.
Cuando yo nací ella tenía cuarenta y cinco y siempre le agradeceré que me
hubiera permitido nacer. Todos salimos sanos, fuertes y vigorosos. Y Dios me permitió acompañar a mis padres
hasta el último día de sus preciosas vidas.
Tal vez ese hijo que hoy has
pensado asesinar, será el que Dios tenga destinado para que te acompañe en esos
momentos finales de tu vida. Quién sabe si será un médico que salvará muchas
vidas o un abogado que defenderá a los indefensos, o tal vez un enfermero o qué
sé yo, un ángel en quien el Creador tiene un propósito. Conozco varios casos de
hijos que estuvieron a punto de ser abortados, porque sus padres los rechazaron
y les dijeron a las mamitas que abortaran, pero
estas madres fueron mujeres valientes que se enfrentaron ante la
situación de ser madres solteras y decidieron tener a sus respectivos bebés.
Hoy en día el uno es un comunicador y el
otro es un abogado, los dos profesionales de éxito y son el orgullo de esas
mamás y quienes las apoyan y las aman profundamente.
Mamita, esta también es una
invitación para que aceptes el amor y el perdón de Dios que es Quien te regala
ese precioso hijo: Permíteme explicarte un poco de su obra de amor por todos
nosotros:
Porque el castigo del pecado era
la muerte, según la ley judía donde
nació Jesús, era necesario que un
inocente sufriera la pena capital, la
más vergonzosa, que era la muerte en la cruz,
para que aún el más criminal de
los malhechores pudiera alcanzar el perdón. El único hombre que obedeció la ley
del Padre Celestial fue Jesús (Juan. 6:38;
Lucas. 22:42; 2ª Corintios 5:21; Hebreos 4:15) y por eso pudo sustituir a la humanidad
pecadora muriendo en nuestro lugar. No había otra forma de rescatar a la
humanidad caída sino que un inocente
llevara el castigo de los malhechores. Jesús fue el único inocente; los
malhechores somos los demás. Pero como la muerte no podía retener al inocente,
él Padre lo resucitó (Hechos 2:24)
y lo sentó a su diestra para
siempre. Jesús nos promete que si alguno le abre la puerta de su
corazón Él entra (Apocalipsis 3:20) con
toda la provisión que el pecado nos había quitado, comenzando por el
perdón (Hechos 10:43; Romanos 10:9;
Mateo 6:25-33). Él nos libera de la muerte eterna que es estar separados del
Padre Celestial, al borrar nuestros pecados cuando lo reconocemos como nuestro
único Señor y Salvador y le confesamos nuestros pecados (Juan 1:8-9). Claro, es
también necesario perdonar a todos los que nos han agraviado y creer en lo que
le estamos orando (Marcos 11:24-25).
Jesucristo en este momento anhela que tú le abras la puerta de tu
corazón y le rindas tu vida, a través de una sencilla oración. Le puedes decir ahora mismo estas
palabras con toda confianza y sinceridad:
Señor Jesucristo, gracias por morir en mi lugar para que yo pudiera
alcanzar tu perdón, y por obedecer los
mandamientos del Padre para poder vencer el pecado y la muerte. Yo te recibo y
te reconozco como mi único Señor y Salvador, como mi esposo verdadero y el
Padre de mis hijos. Te confieso que he pecado de muchas maneras. Perdóname
Señor, y yo también perdono a los que me
han hecho daño. Te consagro mi vida y a todos los seres que amo, para que tú nos ayudes a conocerte, a obedecerte y a servirte, a
vivir para ti y a depender de ti. Yo renuncio a todo lo que no haya procedido
de ti, a todo lo que esté ligando mi vida,
rompo esas ligaduras y acepto la
vida nueva que tú me traes hoy. En tu nombre santo, Señor Jesucristo, amén y
amén.
Si has hecho la anterior oración
de corazón, has pasado a formar parte de la familia de Dios, porque Él te ha
adoptado como su hija (Juan 1:12-13). Si tú permites que el Señor ocupe el
primer lugar en tu vida todo lo demás
vendrá como añadidura (Mateo 6:33). Para poder conocer su voluntad te invito a
leer su palabra empezando por el Nuevo Testamento. Le puedes pedir todos los
días, que cumpla en tu vida el propósito
para el cual te creó, y Él va a hacer maravillas en ti.
Permíteme contarte otro
testimonio de una mujer que quedó viuda con tres hijos, una de seis años, uno
de cuatro, un bebé de meses y una pistola que tenía su marido. Su situación era
tan crítica que decidió quitarse la vida después de matar a sus niños con la
misma pistola. Pero cuando se dirigía a un puente donde pensaba consumar su
macabro proyecto escuchó la voz de Dios diciéndole: “Mujer qué vas a hacer, tú
no estás sola, yo estoy contigo”. Arrepentida, le pidió perdón al Señor y se
dedicó a coser peluches de felpa que había aprendido a hacer. Alguien le había
regalado una Biblia que ella leyó y enseñó a sus hijos, y entre muchos
testimonios de la provisión divina me contó que una tarde estaba llorando
porque no tenía dinero para comprar el desayuno del día siguiente. Su niña que
la había escuchado leer la Biblia le recordó que si Dios no deja morir de
hambre a los pajaritos menos a ellos que eran sus hijos. Oraron y se acostaron.
Como a las once de la noche una vecina golpeó en la puerta diciéndole: Qué pena
vecina que la venga a despertar, pero es que le vengo a pedir por favor que me
venda dos ositos de felpa para regalarle a una sobrinita junto con una
amiguita, pues las dos están de cumpleaños y les vamos a celebrar mañana la fiesta. Con el dinero que recibió por los
peluches, pudo comprar no sólo lo del desayuno sino muchas cosas más. Y así con
la ayuda de personas que Dios le
enviaba, sacó adelante sus tres hijos y el día que la conocí y me contó su
historia, ya su hija mayor estaba realizando su segunda carrera.
Ese es nuestro fiel Dios, mamita
y Él nunca te va a dejar defraudada. Si decides depender de Él, te va a dejar
asombrada con su fidelidad.
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