miércoles, 29 de julio de 2015

¿Pensando en abortar?


SI PIENSAS ABORTAR  ESTE MENSAJE ES PARA TI

Cualquiera que sea el motivo que tengas para que hayas tomado esta decisión, permíteme decirte que ningún hijo es producto de la casualidad, ni es un error, ni es un descuido. Por el contrario, los hijos son la herencia de Dios (Salmo  127:3). ¿Sabes que hay muchas mujeres que darían cualquier cosa por tener un bebé y no lo han logrado a pesar de los adelantos de la Ciencia? Otras han sido valientes y han aceptado el reto divino de ser madres y han recibido la recompensa en esos hijos. Permíteme contarte algo de mi propia vida:

 Yo nací en un hogar de once hijos y fui justamente la número 11. Mi madre tuvo tres hijos después de los cuarenta años. Cuando yo nací ella tenía cuarenta y cinco y siempre le agradeceré que me hubiera permitido nacer. Todos salimos sanos, fuertes y vigorosos.  Y Dios me permitió acompañar a mis padres hasta el último día de sus preciosas vidas.

Tal vez ese hijo que hoy has pensado asesinar, será el que Dios tenga destinado para que te acompañe en esos momentos finales de tu vida. Quién sabe si será un médico que salvará muchas vidas o un abogado que defenderá a los indefensos, o tal vez un enfermero o qué sé yo, un ángel en quien el Creador tiene un propósito. Conozco varios casos de hijos que estuvieron a punto de ser abortados, porque sus padres los rechazaron y les dijeron a las mamitas que abortaran, pero  estas madres fueron mujeres valientes que se enfrentaron ante la situación de ser madres solteras y decidieron tener a sus respectivos bebés. Hoy en día el uno es un comunicador  y el otro es un abogado, los dos profesionales de éxito y son el orgullo de esas mamás y quienes las apoyan y las aman profundamente.

Mamita, esta también es una invitación para que aceptes el amor y el perdón de Dios que es Quien te regala ese precioso hijo: Permíteme explicarte un poco de su obra de amor por todos nosotros:

Porque el castigo del pecado era la muerte, según la ley  judía donde nació Jesús,  era necesario que un inocente sufriera  la pena capital, la más vergonzosa, que era la muerte en la cruz,  para que  aún el más criminal de los malhechores pudiera alcanzar el perdón. El único hombre que obedeció la ley del Padre Celestial fue Jesús (Juan. 6:38;  Lucas. 22:42;    Corintios 5:21; Hebreos 4:15)  y por eso pudo sustituir a la humanidad pecadora muriendo en nuestro lugar. No había otra forma de rescatar a la humanidad caída  sino que un inocente llevara el castigo de los malhechores. Jesús fue el único inocente; los malhechores somos los demás. Pero como la muerte no podía retener al inocente, él Padre lo resucitó (Hechos 2:24)  y  lo sentó a su diestra para siempre.  Jesús nos  promete que si alguno le abre la puerta de su corazón Él entra (Apocalipsis 3:20) con  toda la provisión que el pecado nos había quitado, comenzando por el perdón  (Hechos 10:43; Romanos 10:9; Mateo 6:25-33). Él nos libera de la muerte eterna que es estar separados del Padre Celestial, al borrar nuestros pecados cuando lo reconocemos como nuestro único Señor y Salvador y le confesamos nuestros pecados (Juan 1:8-9). Claro, es también necesario perdonar a todos los que nos han agraviado y creer en lo que le estamos orando (Marcos 11:24-25).  Jesucristo en este momento anhela que tú le abras la puerta de tu corazón y le rindas tu vida, a través de una sencilla  oración. Le puedes decir ahora mismo estas palabras con toda confianza y sinceridad:

Señor Jesucristo, gracias por morir en mi lugar para que yo pudiera alcanzar tu perdón,  y por obedecer los mandamientos del Padre para poder vencer el pecado y la muerte. Yo te recibo y te reconozco como mi único Señor y Salvador, como mi esposo verdadero y el Padre de mis hijos. Te confieso que he pecado de muchas maneras. Perdóname Señor, y  yo también perdono a los que me han hecho daño. Te consagro mi vida y a todos los seres que amo,  para que tú nos ayudes  a conocerte, a obedecerte y a servirte, a vivir para ti y a depender de ti. Yo renuncio a todo lo que no haya procedido de ti, a todo lo que esté ligando mi vida,  rompo esas ligaduras  y acepto la vida nueva que tú me traes hoy. En tu nombre santo, Señor Jesucristo, amén y amén.

Si has hecho la anterior oración de corazón, has pasado a formar parte de la familia de Dios, porque Él te ha adoptado como su hija (Juan 1:12-13). Si tú permites que el Señor ocupe el primer lugar  en tu vida todo lo demás vendrá como añadidura (Mateo 6:33). Para poder conocer su voluntad te invito a leer su palabra empezando por el Nuevo Testamento. Le puedes pedir todos los días, que cumpla  en tu vida el propósito para el cual te creó,  y Él va  a hacer maravillas en ti.

Permíteme contarte otro testimonio de una mujer que quedó viuda con tres hijos, una de seis años, uno de cuatro, un bebé de meses y una pistola que tenía su marido. Su situación era tan crítica que decidió quitarse la vida después de matar a sus niños con la misma pistola. Pero cuando se dirigía a un puente donde pensaba consumar su macabro proyecto escuchó la voz de Dios diciéndole: “Mujer qué vas a hacer, tú no estás sola, yo estoy contigo”. Arrepentida, le pidió perdón al Señor y se dedicó a coser peluches de felpa que había aprendido a hacer. Alguien le había regalado una Biblia que ella leyó y enseñó a sus hijos, y entre muchos testimonios de la provisión divina me contó que una tarde estaba llorando porque no tenía dinero para comprar el desayuno del día siguiente. Su niña que la había escuchado leer la Biblia le recordó que si Dios no deja morir de hambre a los pajaritos menos a ellos que eran sus hijos. Oraron y se acostaron. Como a las once de la noche una vecina golpeó en la puerta diciéndole: Qué pena vecina que la venga a despertar, pero es que le vengo a pedir por favor que me venda dos ositos de felpa para regalarle a una sobrinita junto con una amiguita, pues las dos están de cumpleaños y les vamos a celebrar mañana  la fiesta. Con el dinero que recibió por los peluches, pudo comprar no sólo lo del desayuno sino muchas cosas más. Y así con la ayuda de personas  que Dios le enviaba, sacó adelante sus tres hijos y el día que la conocí y me contó su historia, ya su hija mayor estaba realizando su segunda carrera.

Ese es nuestro fiel Dios, mamita y Él nunca te va a dejar defraudada. Si decides depender de Él, te va a dejar asombrada con su fidelidad.

 

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