viernes, 24 de julio de 2015

DISCERNIENDO LOS PROPÓSITOS DE DIOS.


 LECCIÓN 14

 “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Is. 55: 9)

OBJETIVOS

 

Discernir y comprobar que la voluntad de Dios siempre es buena, agradable y perfecta (Ro. 12: 2).

 

 

14. 1. Es para nuestro bien

 

“Y sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a sus propósitos son llamados”. (Ro. 8: 28)

 

Para que la salvación llegue a determinadas personas, a veces tendremos que pasar dificultades que en ese momento no entendemos, pero cuando el Señor ha cumplido su propósito, se hace manifiesta la razón del sufrimiento que entonces se convierte en gloria para Dios: “Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” (2ª Co. 4: 16-18, Nueva Versión Internacional).

 

Si nos ponemos a analizar cómo llegamos muchos de los creyentes a la reconciliación con Cristo, la gran mayoría tuvimos que pasar muchas aflicciones para que entendiéramos la necesidad de volver nuestros ojos a Él: “Porque la tristeza que es según Dios, produce arrepentimiento para salvación” (2ª Co. 7: 10). Otros pasajes: Hch. 14: 22;  Fil. 3: 8.

 

Una vez reconciliados con Cristo, tendremos que pasar por un entrenamiento especial, si es que queremos ser útiles para el servicio de Dios y, a la vez, crecer espiritualmente en el conocimiento de la palabra divina.  El dolor es un medio muy eficaz de entrenamiento que Dios utiliza, a veces, para perfeccionar su obra en nosotros: “Bendito sea El Señor, mi Roca, quien adiestra mis manos para la batalla y mis dedos para la guerra” (Sal. 144: 1). Sólo cuando hemos pasado por el horno de la prueba y del sufrimiento podemos conocer la gloria de Dios. Es cuando la situación se torna difícil o imposible para nuestras propias fuerzas, que Dios puede manifestar su poder y su soberanía: “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de Él (Eclesiastés  7: 14). “...Yo, que formo la luz y creo las tineblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo El Señor soy el que hago todo esto” (Is. 45: 6-7).

 

14. 2. Orígenes del dolor

 

La aflicción en el creyente tiene cuatro orígenes:Una prueba, una disciplina, un propósito de Dios o un ataque del enemigo cuando trata de impedir que una bendición de Dios llegue a nuestras vidas. En realidad, en todos los casos existe un propósito de Dios y siempre podremos comprobar que todo el sufrimiento fue para nuestro bien (Ro. 8: 28).

 

14. 3. Beneficios del dolor.

 

14.3. 1.  En la prueba:  “Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata y los probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre y yo le oiré y diré: Pueblo mío, y él dirá: El Señor es mi Dios” (Zac. 13: 9). Nuestra fe y nuestra paciencia son perfeccionadas y crecemos espiritualmente: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Stg. 1: 2-3). Leer también Romanos 5: 3-5 y 1ª Pedro 1: 6-9.  Ejemplo:  En Job 42: 1-6 vemos que el conocimiento de Job acerca de Dios se ha multiplicado cuando dice: “De oídas había oído hablar de ti; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42: 5). Y ese conocimiento crece aún más cuando el Señor enseña a Job a orar por aquellos que lo están juzgando, para luego restaurarle con el doble de lo que satanás le quitó (Job 42: 10).Leer también Jue. 3: 1-4; Sal. 66: 10-12; Gál. 4: 13-14.

 

14.3. 2. En la disciplina:  Dios perfecciona su obra en nosotros, corrigiéndonos

con amor cuando desobedecemos sus mandamientos: “Hijo mío no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él; porque el Señor al que ama disciplina  y azota a todo el que recibe por hijo.  Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?” (He. 12: 5-7). Leer también Jue. 2: 19-23; Sal. 94: 12-13; 119: 71; Pr. 3: 11-12; Job 5: 17-18.  Ejemplo: El rey David debe soportar la muerte de su hijo cuando Dios lo  disciplina por su adulterio y el asesinato premeditado de Urías (2ª S. 12: 1-25; Sal. 32: 1-5 y 51: 1-17).

 

14. 3. 3. Un ataque del enemigo: satanás siempre buscará robarnos las bendiciones de Dios. Pero allí es donde el Señor nos entrena como guerreros de oración (Jue. 3: 1-2), para que su gloria y su poder se hagan manifiestos en la guerra espiritual. Un buen ejemplo lo encontramos en Mr. 4: 35-41 y 5:1-43:  Jesucristo iba a liberar al endemoniado gadareno y a resucitar la hija de Jairo; cuando el enemigo trata de impedirlo levantando una tempestad para hundir la barca donde viaja Jesús; éste reprende la tempestad y se hace la calma, manifestándose así la gloria de Dios.

 

14. 3. 4. Un propósito especial de Dios.  Ejemplos:

 

v  El propósito más grande de Dios fue enviar a su Hijo Jesucristo para que se ofreciera en sacrificio vivo por nuestros pecados. Pero para que se cumpliera este propósito, cuánto tuvo que padecer el Señor Jesús (He. 12:2-3; 1° Pedro 3:18).

 

v  El Señor endureció el corazón del faraón para que su gloria se pudiera manifestar en la liberación de su pueblo y el majestuoso paso del Mar Rojo: “El Señor dijo a Moisés: Entra en la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que yo hice entre ellos; para que sepáis que yo soy el Señor" (Ex. 10: 1-2). Leer también Ex. 4: 21; 10: 20, 27; 11: 10; 14: 4, 8, 15-30;  Is. 63: 11-14; Ro. 9: 17; etc.).

 

v  José, el hijo de Jacob, tuvo que ser vendido por sus hermanos, calumniado y hecho prisionero, y permanecer mucho tiempo en la cárcel, siendo inocente, para que el pueblo de Israel no muriera de hambre (Gn. Capítulo 37 y capítulos 39 al 50)  Entonces José dijo a sus hermanos: ...Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto... no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá; porque para preservación de vida  me envió Dios delante de vosotros” (Gn. 45: 4-8). “Y les respondió José: No temáis; ¿Acaso estoy yo en lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, más Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucho pueblo” (Gn. 50: 19-20).

 

v  El apóstol Pablo y Silas tuvieron que ser encarcelados para que el carcelero y su familia se convirtieran (Hch. 16: 12-39;) y se fundara la iglesia de Filipos (Fil. 1:1; 1°Tes. 2: 2).

 

v  El mismo  Pablo tuvo que soportar un aguijón (un mensajero de satanás) para que no se enalteciera por las revelaciones de Dios (2ª Co. 12: 7-10).

 

v  El pueblo de Israel fue endurecido por Dios para que los gentiles, esto es, nosotros que no éramos su pueblo, alcanzáramos la salvación: “...los israelitas se han endurecido en parte, pero sólo hasta que hayan entrado todos los que no son de Israel. Cuando esto suceda, todo Israel alcanzará la salvación, pues la Escritura dice: ‘El libertador vendrá de Sion y apartará de Jacob la maldad. Y esta será mi alianza con ellos, cuando yo quite sus pecados’” (Romanos 11:25-27, versión Dios Habla Hoy). Otros pasajes: Is. 6: 9-13; Mt. 13: 13-15; Hch. 28: 25-28; Ro. 9: 15, 18, 25; 11: 7-36; 1ª P. 2: 10.  Bien profundo es este misterio. Como dijera el apóstol Pablo: “¡Oh profundidad de las riquezas, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!” (Ro. 11: 33).

 

Además, la aflicción la utiliza Dios para bien porque:

 

1.    Desarrolla en nosotros el carácter de Cristo: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus pisadas” (1ª P.2:21)  Otros pasajes: Ro. 8: 16-18; Gá. 2: 20 y 5: 22-25; 1ª P. 2: 19-23 y 3: 13-18; Mr. 14: 36.

 

2.    Nos entrena para consolar a otros: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2ª Co. 1: 3-4).

 

3.    Manifiesta, en todos los casos, la soberanía de Dios: “Todo lo que el Señor quiere, lo hace, en los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos” (Sal. 135:6). “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que le Señor no mandó” (Lamentaciones 3:37). Otros pasajes: Sal. 115: 3; Ec. 7: 14; Is. 41: 9-20; 45: 5-7 y 55: 8-9; Lm.3: 21-39; Ro. 8: 18; 2ª Co. 4: 16-18.

 

4.    Nos purifica: “He aquí te he purificado y no como a plata; te he escogido en horno de aflicción” (Is. 48: 10).

 

Nuestra fe y nuestra paciencia se perfeccionan cuando aprendemos a esperar en el tiempo de Dios, confiando en Él en alabanza y adoración: “El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia, y conoce a los que en él confían” (Nah. 1: 7). “Bendito aquel que confía en Dios y cuya confianza está en Dios. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará ni dejará de dar fruto” (Jer. 17: 7-8). “No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. Se complace el Señor en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia” (Sal. 147: 10-11). “Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó hacia mi, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en el Señor” (Sal. 40: 1-3). Leer también 2ª Cr. 20; Job 1: 14-22; 19: 25-27; 31: 35; Sal. 18: 1-6; 37: 1-9; Hch. 16: 25-26.

 

“En todo somos más que vencedores, por medio de Jesucristo (Ro. 8: 28-39), si estamos sometidos a la Palabra de Dios, pendientes de lo que Él nos quiere enseñar, como nos dice en Oseas 2 :14: “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto y hablaré a su corazón”.

 

 

 EVALUACIÓN


 

1.      Explique, con sus palabras, qué beneficios puede traernos el sufrimiento.

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2.      Enumere y explique los orígenes del dolor en el creyente.

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3.      Escudriñe en Nm. 13: 17-33; 14: 1-35; 20: 2-13 y los Salmos 78, 105 y 106 y diga por qué el pueblo de Israel estuvo cuarenta años en el desierto, sin lograr alcanzar la tierra prometida.

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4.      Investigue por qué el profeta Daniel y sus compañeros fueron respaldados por Dios.

 

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5.      Lea  2ª Ti. 2: 8-10 y diga por qué y para qué soporta Pablo todas sus penalidades

 

 

 

 

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