viernes, 31 de julio de 2015

Una sombrilla en las manos de Dios


Era un día de mucha lluvia y no había llevado nada con qué protegerme. Alguien me prestó una vieja sombrilla que más parecía haber sido sacada de la caneca de la basura. Sentí vergüenza de tener que usarla pero no tenía nada más a la mano. Me paré en una esquina a esperar que pasara la buseta. Pasaba y pasaba el tiempo y la lluvia arreciaba. Me sentía muy mal por tener en mis manos esa sombrilla, pero no contaba con otro recurso. La sombrilla tenía muchas manchas, muchos agujeros, las varillas fuera de lugar lo que hacía que luciera arrugada, y la gente pasaba y me miraba y…uf, qué vergüenza. Pero no tenía nada más disponible para protegerme de la tempestad. Pasó el tiempo y no pasaba ningún medio de transporte. Así que, a pesar de la vergüenza, continué utilizando aquella sombrilla.

De pronto empecé a pensar que a Dios le debe pasar con nosotros lo que me pasaba a mí con esta sombrilla. “La mies es mucha y los obreros pocos”, dijo un día Jesús.  Y cuántas veces Él habrá tenido que usar sus obreros en condiciones tan deplorables como el estado de esta sombrilla. No sé si fue Él quien me dio esta revelación. Dejo al lector sacar sus propias conclusiones. Estas eran las similitudes con que mis pensamientos relacionaron a algunos siervos del reino de Dios con esta sombrilla: Las manchas de la sombrilla son nuestros pecados: orgullo, vanagloria, envidia, celos contenciosos, juicios, chismes, crítica, etc.; los agujeros, son las heridas por no perdonar; las arrugas, me hicieron recordar una fruta de maracuyá cuando se está secando; representan un corazón seco cuando no perdonamos y dejamos escapar el Espíritu Santo; entonces perdemos la paz y el gozo; el amor se convierte en resentimiento; el fruto del Espíritu Santo no se puede manifestar en nosotros. Las varillas fuera de lugar representan cuando no estamos en el sitio donde Dios quiere que estemos; es cuando actuamos por nuestra propia cuenta y no nos dejamos guiar por Él. Mis pensamientos me compungieron y empecé a llorar: “Señor, yo no quiero ser como esta sombrilla en tus manos. No quiero que te avergüences de mí: Ayúdame a ser una sombrilla sin mancha y sin arruga, sin agujeros de resentimiento y con las varillas en su lugar porque siempre esté donde tú quieres que yo esté”. 

Y durante mucho tiempo las sombrillas han seguido ilustrándome el tema del servicio: 

En otra ocasión, me prestaron una sombrilla en buen estado pero pesaba de una manera que me hizo sentir muy cansada. Entonces pensé: Así debemos hacer sentir al Señor con nuestras quejas. Nos convertimos en una carga dentro del ministerio. No nos tiene contentos con nada. Queremos condicionarlo con nuestros caprichos y someterlo a nuestra voluntad en lugar de ser nosotros los que nos sometamos a la voluntad de Él.

En cambio un día al salir de una clínica muy elegante a las siete de la noche, llovía torrencialmente, y yo no tenía sombrilla.  Y qué curioso. Pasaban muchas personas con unas sombrillas tan impecables, tan hermosas, pero…no había ninguna disponible para mí. Como muchos hijos del Reino, limpios y rectos, que han sido preparados por el Señor pero no tienen tiempo para Él. Nunca están disponibles para su servicio, mientras la tempestad arrecia entre los que no conocen a Dios. 

Un día me sucedió que la sombrilla que llevaba se cayó de mis manos y terminó hecha un desastre. Inmediatamente me agaché, la rescaté del lodo, la lavé, la desarrugué y continué con ella. Así lo hace Jesús con nosotros cuando vamos arrepentidos y humillados a reconocer ante Él, nuestras embarradas. Sólo que hay siervos que no entienden que Dios es misericordioso para perdonarnos, y abandonan el ministerio cuando se llenan de culpabilidad por sus errores. Otros en cambio son desechados por sus líderes que se consideran perfectos y no entienden que todos nos equivocamos y que necesitamos ser perdonados y restaurados. 

En otra ocasión, la sombrilla que acababa de comprar me salió defectuosa: cada rato la base que la sostenía abierta, se hundía y entonces la sombrilla se cerraba sobre mi cabeza. La única manera de que permaneciera abierta era que yo la sostuviera manualmente. Entonces pensé que a veces el señor tiene que corrernos la base de nuestra autosuficiencia para que nos acerquemos más a Él y permitamos que nos sostenga con sus poderosas manos para que no andemos en nuestras propias fuerzas. 

Y nunca olvidaré cuando al llegar un domingo al templo, una hermana me saludó con un fuerte abrazo y me dijo: “Eres una bendición, cómo te usa el Señor”. En esa semana, un día,  después de un torrencial aguacero llegué a casa y al descansar la sobrilla de turno que aunque muy defectuosa me había sido de gran utilidad, le dije: “sombrilla, eres una bendición. ¡Cómo te usa María Elena¡”. 

Recuerdo también, que una vez al pretender abrir la sombrilla que llevaba, esta se cerró bruscamente y me hirió una mano con un alambre que se había soltado de las varillas. Le pregunté al Señor qué me quería enseñar con esta situación y cómo podía yo herir sus manos como esta sombrilla había herido la mía. Una  tarde, después de mucho trabajo, me sentía muy cansada, cuando vi pasar a una mujer en una silla de ruedas y me preguntó dónde quedaba cierto supermercado. Me limité a indicarle a cuántas cuadras quedaba y cómo podía llegar, pero a pesar de que ella estaba muy limitada para manejar la silla de ruedas, no me tomé la molestia de empujársela  hasta el supermercado. Unos minutos más tarde sentí que el Señor me contestaba la pregunta que le había hecho. Él me había dado la oportunidad  para bendecirme por ayudar a aquella mujer, pero yo herí sus manos al centrarme en mi cansancio, y preferí dejarla ir haciendo un esfuerzo muy grande para movilizarse, y no permití que el Señor me usara para su gloria y para manifestarle su amor a la paciente. 

En otra oportunidad la sombrilla que llevaba no soportó el viento tan fuerte que soplaba, se volvió al revés y finalmente quedó hecha un desastre prácticamente inservible. Entonces pensé que así pasa con el siervo  que frente a las tormentas de la vida,  al primer ventarrón  se desploma y abandona el ministerio.

Continuará…

miércoles, 29 de julio de 2015

¿Pensando en abortar?


SI PIENSAS ABORTAR  ESTE MENSAJE ES PARA TI

Cualquiera que sea el motivo que tengas para que hayas tomado esta decisión, permíteme decirte que ningún hijo es producto de la casualidad, ni es un error, ni es un descuido. Por el contrario, los hijos son la herencia de Dios (Salmo  127:3). ¿Sabes que hay muchas mujeres que darían cualquier cosa por tener un bebé y no lo han logrado a pesar de los adelantos de la Ciencia? Otras han sido valientes y han aceptado el reto divino de ser madres y han recibido la recompensa en esos hijos. Permíteme contarte algo de mi propia vida:

 Yo nací en un hogar de once hijos y fui justamente la número 11. Mi madre tuvo tres hijos después de los cuarenta años. Cuando yo nací ella tenía cuarenta y cinco y siempre le agradeceré que me hubiera permitido nacer. Todos salimos sanos, fuertes y vigorosos.  Y Dios me permitió acompañar a mis padres hasta el último día de sus preciosas vidas.

Tal vez ese hijo que hoy has pensado asesinar, será el que Dios tenga destinado para que te acompañe en esos momentos finales de tu vida. Quién sabe si será un médico que salvará muchas vidas o un abogado que defenderá a los indefensos, o tal vez un enfermero o qué sé yo, un ángel en quien el Creador tiene un propósito. Conozco varios casos de hijos que estuvieron a punto de ser abortados, porque sus padres los rechazaron y les dijeron a las mamitas que abortaran, pero  estas madres fueron mujeres valientes que se enfrentaron ante la situación de ser madres solteras y decidieron tener a sus respectivos bebés. Hoy en día el uno es un comunicador  y el otro es un abogado, los dos profesionales de éxito y son el orgullo de esas mamás y quienes las apoyan y las aman profundamente.

Mamita, esta también es una invitación para que aceptes el amor y el perdón de Dios que es Quien te regala ese precioso hijo: Permíteme explicarte un poco de su obra de amor por todos nosotros:

Porque el castigo del pecado era la muerte, según la ley  judía donde nació Jesús,  era necesario que un inocente sufriera  la pena capital, la más vergonzosa, que era la muerte en la cruz,  para que  aún el más criminal de los malhechores pudiera alcanzar el perdón. El único hombre que obedeció la ley del Padre Celestial fue Jesús (Juan. 6:38;  Lucas. 22:42;    Corintios 5:21; Hebreos 4:15)  y por eso pudo sustituir a la humanidad pecadora muriendo en nuestro lugar. No había otra forma de rescatar a la humanidad caída  sino que un inocente llevara el castigo de los malhechores. Jesús fue el único inocente; los malhechores somos los demás. Pero como la muerte no podía retener al inocente, él Padre lo resucitó (Hechos 2:24)  y  lo sentó a su diestra para siempre.  Jesús nos  promete que si alguno le abre la puerta de su corazón Él entra (Apocalipsis 3:20) con  toda la provisión que el pecado nos había quitado, comenzando por el perdón  (Hechos 10:43; Romanos 10:9; Mateo 6:25-33). Él nos libera de la muerte eterna que es estar separados del Padre Celestial, al borrar nuestros pecados cuando lo reconocemos como nuestro único Señor y Salvador y le confesamos nuestros pecados (Juan 1:8-9). Claro, es también necesario perdonar a todos los que nos han agraviado y creer en lo que le estamos orando (Marcos 11:24-25).  Jesucristo en este momento anhela que tú le abras la puerta de tu corazón y le rindas tu vida, a través de una sencilla  oración. Le puedes decir ahora mismo estas palabras con toda confianza y sinceridad:

Señor Jesucristo, gracias por morir en mi lugar para que yo pudiera alcanzar tu perdón,  y por obedecer los mandamientos del Padre para poder vencer el pecado y la muerte. Yo te recibo y te reconozco como mi único Señor y Salvador, como mi esposo verdadero y el Padre de mis hijos. Te confieso que he pecado de muchas maneras. Perdóname Señor, y  yo también perdono a los que me han hecho daño. Te consagro mi vida y a todos los seres que amo,  para que tú nos ayudes  a conocerte, a obedecerte y a servirte, a vivir para ti y a depender de ti. Yo renuncio a todo lo que no haya procedido de ti, a todo lo que esté ligando mi vida,  rompo esas ligaduras  y acepto la vida nueva que tú me traes hoy. En tu nombre santo, Señor Jesucristo, amén y amén.

Si has hecho la anterior oración de corazón, has pasado a formar parte de la familia de Dios, porque Él te ha adoptado como su hija (Juan 1:12-13). Si tú permites que el Señor ocupe el primer lugar  en tu vida todo lo demás vendrá como añadidura (Mateo 6:33). Para poder conocer su voluntad te invito a leer su palabra empezando por el Nuevo Testamento. Le puedes pedir todos los días, que cumpla  en tu vida el propósito para el cual te creó,  y Él va  a hacer maravillas en ti.

Permíteme contarte otro testimonio de una mujer que quedó viuda con tres hijos, una de seis años, uno de cuatro, un bebé de meses y una pistola que tenía su marido. Su situación era tan crítica que decidió quitarse la vida después de matar a sus niños con la misma pistola. Pero cuando se dirigía a un puente donde pensaba consumar su macabro proyecto escuchó la voz de Dios diciéndole: “Mujer qué vas a hacer, tú no estás sola, yo estoy contigo”. Arrepentida, le pidió perdón al Señor y se dedicó a coser peluches de felpa que había aprendido a hacer. Alguien le había regalado una Biblia que ella leyó y enseñó a sus hijos, y entre muchos testimonios de la provisión divina me contó que una tarde estaba llorando porque no tenía dinero para comprar el desayuno del día siguiente. Su niña que la había escuchado leer la Biblia le recordó que si Dios no deja morir de hambre a los pajaritos menos a ellos que eran sus hijos. Oraron y se acostaron. Como a las once de la noche una vecina golpeó en la puerta diciéndole: Qué pena vecina que la venga a despertar, pero es que le vengo a pedir por favor que me venda dos ositos de felpa para regalarle a una sobrinita junto con una amiguita, pues las dos están de cumpleaños y les vamos a celebrar mañana  la fiesta. Con el dinero que recibió por los peluches, pudo comprar no sólo lo del desayuno sino muchas cosas más. Y así con la ayuda de personas  que Dios le enviaba, sacó adelante sus tres hijos y el día que la conocí y me contó su historia, ya su hija mayor estaba realizando su segunda carrera.

Ese es nuestro fiel Dios, mamita y Él nunca te va a dejar defraudada. Si decides depender de Él, te va a dejar asombrada con su fidelidad.

 

Jesucristo, el ungido del Padre

Isaías 61:1-2 es una profecía acerca del ministerio de Jesús cuyo cumplimiento hallamos en Lucas 4:16-21. Cuando Jesús entra al templo, le entregan el libro de Isaías y entonces Él lee: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a para proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor”. Finalizada la lectura, Jesús agregó: “Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes” (Lucas 4:21).

Y para su descendencia que somos los creyentes encontramos en este capítulo  61 de Isaías preciosas promesas. Por ejemplo:

 Nosotros somos "robles de justicia,   plantío del Señor, para mostrar su gloria" (Isaías 61:3).

Pero como a los robles, Él nos diseñó  para resistir tormentas. A través de esas tormentas el plantío es podado, cuando sus ramas secas, sus hojas marchitas y sus frutos dañados son desgajados para que no se roben la sabia que produce la cosecha.

Entonces, cuando cesa la tormenta, el plantío reverdece, florece y produce fruto.

Ahora bien, para que podamos ser ese plantío  productivo, en Juan 12:24 el Divino Maestro nos revela varios secretos: “Ciertamente les aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda  solo (sin producir fruto). Pero si muere, produce mucho fruto”.

Morir a nuestro propio yo es la clave primera. Pero vale la pena aclarar que el que muere ya no reacciona ni ante las ofensas ni ante los elogios. ¿Quién ha podido decir que un muerto se levantó a protestar contra quien lo agredió, lo golpeó, lo pisoteó, lo dañó de alguna manera? O, ¿qué difunto se envaneció ante el éxito y los honores?

 La segunda clave está en Juan 15: 1-2, 5: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto, la corta; pero toda rama que da fruto, la poda, para que dé más fruto todavía…Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada”.

Luego de ser podados y estar unidos a Cristo permanentemente, entonces podemos llegar a ser portadores de su gloria y Jesús nos envía como el Padre lo envió a Él (Juan 20:21): “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes  y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure” (Juan 15:16).

Sólo entonces podremos recibir sus promesas: “En mi fidelidad los recompensaré y haré con ellos un pacto eterno. Sus descendientes serán conocidos entre las naciones, y sus vástagos entre los pueblos. Quienes los vean reconocerán que ellos son descendencia bendecida del Señor" (Isaías 61:9).

Haz como las águilas


HAZ COMO  LAS ÁGUILAS: VUELA SOBRE LA TORMENTA

“Los que confían en el Señor, renovarán sus fuerzas y volarán como las águilas” (Isaías 40:31).

El águila discierne cuando viene la tormenta y sube hasta encontrar un lugar alto para poder contemplarla. Cuando llega la tempestad, extiende sus alas para que el mismo viento las agarre y la eleve por encima del tornado. Y mientras la tormenta está causando estragos abajo, el águila vuela por encima de ella sin que la tempestad la pueda afectar. Ella no evade la tormenta. Simplemente la usa  para levantarse más alto, impulsada por los fuertes vientos que trae la misma tempestad.

Cuando las tormentas de la vida  vengan,  levántate por encima de los problemas, y vuela bajo las poderosas alas del Espíritu Santo poniendo tu corazón y tu fe en Jesús, y no en la tempestad. No olvida que nuestro Amoroso Padre Celestial está mirando cómo reaccionamos y está listo para socorrernos cuando pedimos su ayuda.

La tormenta la envía el Señor (Isaías 45:7) para probarnos y ver cómo respondemos ante la adversidad (Deuteronomio 8:2),  pero Él está atento a nuestro clamor: “El Señor observa desde el cielo y ve a toda la humanidad. Él contempla desde su trono a todos los habitantes de la tierra. Él es el que formó el corazón de todos y quien conoce a fondo todas sus acciones…el Señor cuida de los que le temen, de los que esperan en su gran amor…” (Salmos 33:13-21).

Nuestros triunfos no dependen de las circunstancias favorables sino del poder de aquel que quiere manifestar su gloria en nuestras vidas. Gedeón pudo derrotar con sólo trescientos hombres a los madianitas porque el Señor no quería  que su pueblo creyera que la victoria procedía de ellos sino de su Poderoso Dios (Jueces 7). Así que, cuando nos encontremos ante situaciones difíciles no  busquemos a quién culpar de la adversidad sino dispongámonos a pedir a nuestro Padre Celestial que nos use como sus instrumentos para mostrar su gloria y volemos como las águilas, hacia la roca de nuestra salvación (Salmo 31:3) siguiendo las instrucciones de  nuestro amoroso Maestro, quien nos guiará con su Santo Espíritu hacia la victoria y la solución. Él   nos cubrirá con sus plumas  y bajo sus alas hallaremos refugio (Salmo 91:4).

martes, 28 de julio de 2015

El Verdadero Amor


 “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, ni se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo  lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor jamás se extingue” (1ª Corintios 13:4-8).

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. El que teme… no ha sido perfeccionado en el amor” (1ª  Juan 4:17 c-18).

“El fruto del Espíritu (Santo) es amor,  alegría, paz, paciencia,  amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gálatas 5:22-23 a).

“Esposos, amen a sus esposas,  así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5:25).

“El amor cubre todas las faltas” (Proverbios 10:12b).

Características  del amor:

1.     Es paciente (Sabe esperar).
2.     Es bondadoso (Sólo ejecuta lo bueno).
3.     No es envidioso (No es celoso).
4.     No es vanidoso (No presume de lo que no es).
5.     No es orgulloso.
6.     No es rudo.
7.     No es egoísta (No busca su propio beneficio).
8.     No se enoja por cualquier cosa (dominio propio).
9.     No es rencoroso (perdona).
10.           No se agrada en hacer lo malo (no toma venganza, por ejemplo).
 
11.           Es veraz, no mentiroso (no engaña).
12.           Lo disculpa todo.
13.           Confía en el ser amado.
14.           Todo lo soporta.
15.           No teme sino que echa fuera el temor.
16.            Forma una unidad con la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad  y el dominio propio.
17.            Se entrega hasta el sacrificio.
18.           Cubre todas las faltas.
 

 

El amor  es un mandamiento, pero también es un regalo de Dios

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Deuteronomio.6:5) y “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico. 19:18; Lucas 10:27). Pero no tenemos que esforzarnos porque  “Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”  (Romanos 5:5b).

Los celos no son amor sino temor

Los celos son temor de que otra persona te pueda quitar al ser que amas. Pero la palabra de Dios dice que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (1ª Juan 4:18). Y que el perfecto amor echa fuera el temor. Si amamos realmente a esa persona le damos la alternativa de escoger a quien la pueda hacer más feliz, aún a costa de nuestra renunciación. Además los celos son envidia y la envidia es carcoma de los huesos (puede producir osteopenia, osteoporosis o cáncer óseo).

Una poesía que define el amor verdadero:

Amar no es desear el ser correspondido,

Ni querer el privilegio de la exclusividad.

Amar es darlo todo llegando al sacrificio,

Y para el ser amado, buscar felicidad.

 

Una canción que manifiesta  el verdadero amor:

“Que seas feliz aunque no sea a mi lado,

Aunque no sea a mi lado, quiero que seas feliz…

Si alguna vez tú quisieras volver,

No vayas  a dudar, que yo te esperaré…

 

Una canción que es la antítesis del amor:

Si tú no me quieres te corto la cara, con una cuchilla de esas de afeitar,

El día de la boda te doy puñaladas, te corto el ombligo y mato a tu mamá.

Jesús es el modelo

Hermano que crees enamorado estar,

Con amor verdadero, amor del Señor,

Si en tu pecho hay ira, celos o ansiedad,

Estás en la carne, eso no es de Dios.

 

El amor espera paciente y benigno,

No tiene jactancia, ni orgullo ni envidia;

Si viene de Dios, hay paz en tu espíritu,

Hay seguridad y certeza en tu vida.

 

En el amor jamás hay temor ni amargura,

Tampoco rencor, menos egoísmo;

El corazón reboza verdad y ternura

Y dispuesto está para el sacrificio.

 

Por eso, hermanito, entrega a Jesús

Todo sentimiento de tu corazón;

Crucifica ya tu carne en la cruz

De Aquel que es modelo de amor y perdón.

 

Y espera confiado la guía del Señor,

Pues, quién es, a su tiempo, Él te indicará;

Mas, busca primero el reino de Dios,

Que tu ayuda idónea, Él te añadirá.

 

 

Historia de un amor auténtico:

 

Crecieron juntos y ella se enamoró secretamente de él. Pero él siempre la vio como a una amiga a la que buscaba para contarle de sus conquistas, de sus sueños, de sus romances, de sus frustraciones, de sus engaños, de sus diversas experiencias sentimentales. Ella se convirtió en su paño de lágrimas, que lloraba o era feliz según él lo fuera, sin que él sospechara  lo que ella secretamente sentía.  Pasó mucho tiempo en que él picó de flor en flor,  pero sólo encontró falsos y efímeros amores que dejaron a su paso una gran frustración.

Entonces un día se dio cuenta que el ser que realmente lo amaba desinteresadamente era aquella a quien nunca había mirado sino sólo para buscar ayuda y consuelo.

Le propuso que fuera su esposa y llegaron a ser la pareja más feliz que podamos imaginar.

Esta historia es real, y fue contada en un salón de clase donde la protagonista que contó la historia era la profesora.

 

Otra historia de verdadero amor:

 

Eran novios y se casarían muy pronto, pero hubo un intruso que la sedujo con engaños y mentiras y ella se fue con él. Pasaron los años y un día regresó al hogar paterno con tres hijitos, abandonada,  derrotada y triste.  Él tan prono se enteró, la buscó y le dijo que la perdonaba, que nunca la había podido olvidar y le propuso que se casaran, que él les daría el apellido a los niños y  sería su padre adoptivo.

 

El ejemplo de José (Mateo 1:18-25)

José el padre adoptivo de Jesús, está comprometido para casarse con la virgen María pero se da cuenta que ella está embarazada y no se sabe de quien. La ley judía apedreaba a la adúltera y José que la amaba de verdad no quiso delatarla sino que decidió divorciarse en secreto de ella porque sabía que si la denunciaba, María terminaría hecha un montón de piedra (Levítico 20:10; Juan 8:3-5). Cuando el ángel le dice en sueños que no abandone a María, él obedece y adopta a Jesús como su propio hijo.

Jesús es el novio abandonado que espera por la novia

Sí, y la humanidad es la novia traicionera que le vuelve la espalda y lo traiciona, escuchando las voces del tentador, del mundo y de su propia inclinación al mal. Pero cuando recibe el castigo resultado del pecado, entonces va derrotada y herida a Jesús quien está esperando con los brazos abiertos para perdonar y restaurar a aquella por quien dio su propia vida (Lucas 15).

Evaluación para los dos:

¿Te casas para hacer feliz a tu pareja o para que tú pareja te haga feliz?

¿Estás engañando a tu novio(a) fingiéndole lo que en verdad no eres y ocultándole tus verdaderos defectos?

¿Te molestas cuando alguien se muestra interesado o halaga a tu amado(a)?

¿Si tu pareja se fuera con otra persona y con el tiempo regresa triste y decepcionada la recibirías sin hacerle reproches?

¿Estarías dispuesto(a) a facilitarle el camino a tu novio(a) para que buscara otra alternativa que tú sabes que le conviene más, que tu relación con él (ella)?

¿Qué harías si encuentras a tu pareja “poniéndote lo cuernos”?  

¿Qué venganza tomarías?

¿Eres celoso (a)?

¿Seguro que serías capaz de dar la vida por esa persona que dices amar?

EL VERDADERO AMOR

 “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, ni se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo  lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor jamás se extingue” (1ª Corintios 13:4-8).

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. El que teme… no ha sido perfeccionado en el amor” (1ª  Juan 4:17 c-18).

“El fruto del Espíritu (Santo) es amor,  alegría, paz, paciencia,  amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio” (Gálatas 5:22-23 a).

“Esposos, amen a sus esposas,  así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5:25).

“El amor cubre todas las faltas” (Proverbios 10:12b).

Características  del amor:

1.     Es paciente (Sabe esperar).
2.     Es bondadoso (Sólo ejecuta lo bueno).
3.     No es envidioso (No es celoso).
4.     No es vanidoso (No presume de lo que no es).
5.     No es orgulloso.
6.     No es rudo.
7.     No es egoísta (No busca su propio beneficio).
8.     No se enoja por cualquier cosa (dominio propio).
9.     No es rencoroso (perdona).
10.           No se agrada en hacer lo malo (no toma venganza, por ejemplo).
 
11.           Es veraz, no mentiroso (no engaña).
12.           Lo disculpa todo.
13.           Confía en el ser amado.
14.           Todo lo soporta.
15.           No teme sino que echa fuera el temor.
16.            Forma una unidad con la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la humildad  y el dominio propio.
17.            Se entrega hasta el sacrificio.
18.           Cubre todas las faltas.
 

 

El amor  es un mandamiento, pero también es un regalo de Dios

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente” (Deuteronomio.6:5) y “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico. 19:18; Lucas 10:27). Pero no tenemos que esforzarnos porque  “Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado”  (Romanos 5:5b).

Los celos no son amor sino temor

Los celos son temor de que otra persona te pueda quitar al ser que amas. Pero la palabra de Dios dice que el que teme no ha sido perfeccionado en el amor (1ª Juan 4:18). Y que el perfecto amor echa fuera el temor. Si amamos realmente a esa persona le damos la alternativa de escoger a quien la pueda hacer más feliz, aún a costa de nuestra renunciación. Además los celos son envidia y la envidia es carcoma de los huesos (puede producir osteopenia, osteoporosis o cáncer óseo).

Una poesía que define el amor verdadero:

Amar no es desear el ser correspondido,

Ni querer el privilegio de la exclusividad.

Amar es darlo todo llegando al sacrificio,

Y para el ser amado, buscar felicidad.

 

Una canción que manifiesta  el verdadero amor:

“Que seas feliz aunque no sea a mi lado,

Aunque no sea a mi lado, quiero que seas feliz…

Si alguna vez tú quisieras volver,

No vayas  a dudar, que yo te esperaré…

 

Una canción que es la antítesis del amor:

Si tú no me quieres te corto la cara, con una cuchilla de esas de afeitar,

El día de la boda te doy puñaladas, te corto el ombligo y mato a tu mamá.

Jesús es el modelo

Hermano que crees enamorado estar,

Con amor verdadero, amor del Señor,

Si en tu pecho hay ira, celos o ansiedad,

Estás en la carne, eso no es de Dios.

 

El amor espera paciente y benigno,

No tiene jactancia, ni orgullo ni envidia;

Si viene de Dios, hay paz en tu espíritu,

Hay seguridad y certeza en tu vida.

 

En el amor jamás hay temor ni amargura,

Tampoco rencor, menos egoísmo;

El corazón reboza verdad y ternura

Y dispuesto está para el sacrificio.

 

Por eso, hermanito, entrega a Jesús

Todo sentimiento de tu corazón;

Crucifica ya tu carne en la cruz

De Aquel que es modelo de amor y perdón.

 

Y espera confiado la guía del Señor,

Pues, quién es, a su tiempo, Él te indicará;

Mas, busca primero el reino de Dios,

Que tu ayuda idónea, Él te añadirá.

 

 

Historia de un amor auténtico:

 

Crecieron juntos y ella se enamoró secretamente de él. Pero él siempre la vio como a una amiga a la que buscaba para contarle de sus conquistas, de sus sueños, de sus romances, de sus frustraciones, de sus engaños, de sus diversas experiencias sentimentales. Ella se convirtió en su paño de lágrimas, que lloraba o era feliz según él lo fuera, sin que él sospechara  lo que ella secretamente sentía.  Pasó mucho tiempo en que él picó de flor en flor,  pero sólo encontró falsos y efímeros amores que dejaron a su paso una gran frustración.

Entonces un día se dio cuenta que el ser que realmente lo amaba desinteresadamente era aquella a quien nunca había mirado sino sólo para buscar ayuda y consuelo.

Le propuso que fuera su esposa y llegaron a ser la pareja más feliz que podamos imaginar.

Esta historia es real, y fue contada en un salón de clase donde la protagonista que contó la historia era la profesora.

 

Otra historia de verdadero amor:

 

Eran novios y se casarían muy pronto, pero hubo un intruso que la sedujo con engaños y mentiras y ella se fue con él. Pasaron los años y un día regresó al hogar paterno con tres hijitos, abandonada,  derrotada y triste.  Él tan prono se enteró, la buscó y le dijo que la perdonaba, que nunca la había podido olvidar y le propuso que se casaran, que él les daría el apellido a los niños y  sería su padre adoptivo.

 

El ejemplo de José (Mateo 1:18-25)

José el padre adoptivo de Jesús, está comprometido para casarse con la virgen María pero se da cuenta que ella está embarazada y no se sabe de quien. La ley judía apedreaba a la adúltera y José que la amaba de verdad no quiso delatarla sino que decidió divorciarse en secreto de ella porque sabía que si la denunciaba, María terminaría hecha un montón de piedra (Levítico 20:10; Juan 8:3-5). Cuando el ángel le dice en sueños que no abandone a María, él obedece y adopta a Jesús como su propio hijo.

Jesús es el novio abandonado que espera por la novia

Sí, y la humanidad es la novia traicionera que le vuelve la espalda y lo traiciona, escuchando las voces del tentador, del mundo y de su propia inclinación al mal. Pero cuando recibe el castigo resultado del pecado, entonces va derrotada y herida a Jesús quien está esperando con los brazos abiertos para perdonar y restaurar a aquella por quien dio su propia vida (Lucas 15).

Evaluación para los dos:

¿Te casas para hacer feliz a tu pareja o para que tú pareja te haga feliz?

¿Estás engañando a tu novio(a) fingiéndole lo que en verdad no eres y ocultándole tus verdaderos defectos?

¿Te molestas cuando alguien se muestra interesado o halaga a tu amado(a)?

¿Si tu pareja se fuera con otra persona y con el tiempo regresa triste y decepcionada la recibirías sin hacerle reproches?

¿Estarías dispuesto(a) a facilitarle el camino a tu novio(a) para que buscara otra alternativa que tú sabes que le conviene más, que tu relación con él (ella)?

¿Qué harías si encuentras a tu pareja “poniéndote lo cuernos”?  

¿Qué venganza tomarías?

¿Eres celoso (a)?

¿Seguro que serías capaz de dar la vida por esa persona que dices amar?