lunes, 22 de septiembre de 2014

APRENDIENDO A ORAR

LECCIÓN 5

“Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces” (Jer. 33: 3).
OBJETIVOS:

Que el creyente aprenda a orar conforme a los principios bíblicos.

5. 1. Qué es orar

Orar es hablar con Dios con palabras sinceras, de acuerdo a las circunstancias que vivimos diariamente.

5. 2. Quién nos enseña a orar

El Espíritu Santo, que debemos pedir al Padre, arrepentidos de nuestros pecados:
“Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas (regalos) a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lc. 11: 13). “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch. 2: 38). “Y de igual manera el Espíritu (Santo) nos ayuda en nuestra debilidad; pues, qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros, con gemidos indecibles...” (Ro. 8: 26-27).

5. 3. Cómo debemos pedir

A veces pedimos pero no recibimos, por que pedimos mal (Stg. 4: 3). Es necesario pedir de acuerdo a la voluntad de Dios: “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye” (1ª Jn. 5: 14). Debemos buscar primero su reino y su justicia, esto es, orar por lo que a Dios le agrada (por la expansión del reino de Dios, por la salvación de otros, etc.) y todo lo demás vendrá añadido (Mt. 6: 33). “Recomiendo, ante todo, que se hagan pleglarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, especialmente por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa. Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues Él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad (1ª Ti. 2: 1-4. N. V. I.).

5. 4. Resultados de la oración:

Mueve el corazón de Dios (Ex. 2: 23-25; 3: 7-10; 32: 9-14; 1ª S. 1: 1-20; 1ª R. 3: 5-13; 2ª R. 19: 15-20 y 20:1-7; Neh. 1: 1 al 2: 9; Jer. 29: 11-13; Daniel 9: 1-23; Jonás 3; Lc. 1: 5-13; Hch. 4: 24-31; 12: 1-11; Stgo. 5: 13-16; Ap. 5: 8 y 8: 3; etc.
5. 5. Requisitos para que nuestra oración obtenga respuesta favorable:

5. 5. 1. Perdonar y pedir perdón (Mt. 5: 23-24; 6: 12, 14-15; 18: 23-35; Mr. 11: 25-26; 1ª Jn. 1: 8-9).
5. 5. 2. Dar gracias por todo (Fil. 4 : 6; Col. 3: 17; 1ª Tes.  5: 18).
5. 5. 3. Hacer peticiones claras y precisas. Si bien es cierto que nuestro Padre Celestial sabe de qué tenemos necesidad (Mt. 6: 8) y si nos deleitamos en Él, obedeciendo sus mandamientos,  Él concede las peticiones de nuestro corazón (Sal. 37: 4; 112:1), en Lc. l8: 35-43, encontramos un ciego que clamaba y clamaba a Jesucristo, pero no le decía que quería ver. Cuando Jesús le preguntó: ”¿ Qué quieres que te haga?” y el ciego le dijo: “Señor, que reciba la vista”, Jesucristo le contestó: ”Recíbela”. Así, a veces oramos y oramos palabras sin sentido y es obvio que no vamos obtener respuesta. Jesucristo nos dice en Mt. 6: 7: Y orando, no uséis vana repeticiones como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”.
5. 5. 4. Pedir todo en el nombre de Jesucristo (Lc. 10: 17;  Jn. 14: 6;  14: 13-14; 15: 16;  l6: 23-24;  Hch. 4: 12; 16: 18;  Col. 3: 17; 1ª Ti. 2: 5; Fil. 2: 9-10).
5. 5. 5. Creer, pedir con fe que es “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (He. 11: 1). Leer también Mt. 21: 21-22; Mr. 11: 22-24; 16:17-18; Jn. 11:40; Hch. 14: 8-10; Ro. 4: 17; 2ª Co. 4: 18;  5: 7; He. 10: 35; 11: 6;  Stg. 1: 6; etc., porque la fe viene por el oír la palabra de Dios (Ro. 10: 17).
5. 5. 6. Humillarnos ante la presencia de Dios (2ª Cr. 7: 14; Mt. 23: 12;  Stg. 4: 10;  1ª P. 5: 6), y someternos incondicionalmente a su voluntad (Is. 55: 8-9; Mt. 6: 10; Ro. 12: 2; 1ª Ti. 2: 1-4; 1ª Jn. 5: 14-15; 1ª P. 2: 15). Dios nos va a prosperar en la medida que prospera nuestra alma (3ª Jn. 1: 2) y Él utiliza nuestra  necesidad para que nosotros nos acerquemos más a Él. (Job 42: 5; Jn. 9: 38). Asimismo si el Señor tiene un propósito en la situación que estamos viviendo, no vamos a recibir la respuesta hasta que dicho propósito se cumpla (Sal. 135: 6; 138: 8; Lm. 3: 37). Es pues necesario esperar el tiempo del Señor (Ec. 3: 1; Sal. 5: 3;  40: 1).

5. 5. 7. Confesar como recibidas las promesas de Dios, si estamos cumpliendo las condiciones que acompañan a cada una de ellas: “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (He. 10: 36). A fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia, heredan las promesas” (He. 6:12). Ejemplos: Gn. 12: 2-3; Gá. 3: 29; Ex. 15: 26; 19: 5-6; Dt. 11: 13-15; 20: 3-4; Jos. 1: 9; Job 8: 5-7; Sal. 37 y 91; Pr. 3: 1-10; 11: 25; 18: 10; Is. 41: 9-20; Jer. 1: 7-10, 17-19; 15: l9-21; 17: 7-8; Mal. 3: 10-12. Jn. 10: 27-29; 15: 7; 2ª  P.1:3-4, etc..

5. 5. 8. Ser fiel (Sal. 66: 18; 81: 13-16; Jn. 5:14; 15: 7; Stg. 5: 16).

5. 5. 9. Ser constantes en la oración (Sal.  55: 17; Mt. 15: 22-28; Lc. 18: 1-7; Ro. 12: 12; Ef. 6: 18; 1ª Ts. 5: 17; Ap. 5: 8).

5. 5. 10. Alabar y adorar a Dios en toda circunstancia (2ª Cr. 20; Sal. 33: 1-3; 34: 1-3; 47: 1;  48: 1;  66: 1-4;  95: 6;  96: 1-4;  98: 1-6;  100: 1-5;  103: 1-22; 105: 1-6;  107: 1;  136: 1-26;  147, 148, 149, 150;  Hab. 3: 17-19; Hch. 16: 25-26; Col. 3: 16;  He. 13: 15;  Ap. 5: 13;  15: 3-4, etc.).

5. 5. 11. No murmurar contra Dios, ni rebelarse contra Él para no provocar su ira (Nm. 14: 11-12; 27-29; Dt. 11:16-17; Sal. 78: 1-64;  106: 6-43).

5. 5. 12. Confesar lo que anhelamos dando gracias a nuestro Padre Celestial como si ya lo hubiésemos recibido (Jer. 1: 9-10; Mc. 11: 23; Fil. 4: 6).


5. 5. 13. No dudar, porque si dudamos echaremos a perder los milagros que Dios quiere hacer en nuestras vidas (Nm. 14: 11; Mt. 14: 29-31; Stg. 1: 6-7).


El Señor nos dejó en Mateo 6: 9-13, un patrón de oración, no para que lo repitamos como loros, sino para que oremos en esa forma: dirigiendo nuestra oración al Padre y santificando su nombre (Mt. 6: 9; Is. 6:3; Ap. 4:8); pidiendo su guianza y sometiéndonos a su voluntad (Mt. 6: 10); pidiendo su provisión (Mt. 6: 11); perdonando y pidiendo perdón (Mt. 6: 12); solicitando su ayuda y protección alabándolo y reconociendo su gloria (Mt. 6: 13; 1ª Cr. 29: 10-13).


El devocional diario consiste en establecer nuestra comunicación con Dios, a través de la lectura de su palabra y la oración sincera que salga de nuestro corazón, habiendo pedido al Padre que nos guíe con el Espíritu Santo. El diálogo se establece así: Dios nos habla a través de su palabra y nosotros le hablamos a través de la oración. Ahora bien, si solamente oramos pero no leemos su palabra, estamos hablándole pero no lo escuchamos. Si en cambio leemos solamente su palabra pero no oramos, lo estamos escuchando pero no le hablamos. Es necesario por tanto hacer las dos cosas, analizando además el texto leído, para poderlo llevar a la práctica.


NOTA: Las oraciones que se encuentran en las diferentes lecciones de este manual, no son para aprenderlas de memoria, ni volverlas vanas repeticiones (Mt. 6: 7) sino para que los nuevos creyentes en Cristo, aprendan a apropiarse de las promesas divinas y a orar con base en la palabra de Dios.




EVALUACIÓN

1.    Defina qué es orar:


2.    Explique qué es fe:


3.    Enumere las pautas que hacen eficaz nuestra oración:








4. ¿Cuáles beneficios cree usted que recibimos a través del devocional?




















5. Con base en la concordancia diga cuántas formas de orar enseñó Jesucristo y ubique las diferentes oraciones que Él hizo.

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