Para tener una relación de amistad
con alguien es necesario conocer primero a esa persona. Así, para tener una
relación con Cristo es necesario primero saber quién es.
Cristo es el Hijo de Dios. ¿Y quién
es Dios? Dios es el Creador de todo lo que existe y todas las cosas fueron
creadas por el Padre por medio del Hijo. Es que Dios está constituido por tres
personas que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, así como un triángulo
siendo uno solo está constituido por tres ángulos o una mano está formada
por cinco dedos pero es una sola mano.
El Padre es la primera autoridad del
universo y cuando creó al hombre y a la mujer les dio una orden pero ellos la
desobedecieron. Toda desobediencia a Dios se llama pecado y el pecado generó la separación entre la humanidad y
Dios (Génesis 3). Pero el Padre que nos
ama tanto envió al Hijo para que naciera como un hombre y obedeciera lo que la
humanidad no pudo obedecer: las leyes del Padre. Jesús fue el único obediente
que siendo inocente de pecado pudo reemplazar a la humanidad en el castigo que merecían
todos nuestros pecados. Como en la ley de los judíos en la cual nació Jesús se
castigaba a los malhechores con la muerte en la cruz, Él quiso pasar por
malhechor siendo inocente para llevar el castigo de los malhechores que somos
nosotros, porque malhechor es el que hace lo malo y todos hemos desobedecido a
Dios haciendo lo malo. Jesús murió en nuestro lugar pero como la muerte era
para el pecador no para el inocente, el Padre lo resucitó, Jesús volvió a vivir
y nunca más morirá. Ahora bien para
recibir el perdón de nuestros pecados debemos aceptarlo a él como nuestro único
Señor y Salvador y recibirlo en nuestro corazón porque él nos promete: “Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye
mi voz y abre la puerta, entraré…” (Apocalipsis 3:20). Cuando lo recibimos,
automáticamente el Padre nos adopta como sus hijos verdaderos (Juan 1:12-14;
Efesios 1:5). Además el Espíritu Santo que es la tercera persona de la
Divinidad, viene a nuestra vida cuando creemos en Jesucristo (Juan 7:37-39 a).
El Espírito Santo será el encargado de
conducirnos al conocimiento de la verdad que es Jesucristo (Juan 14:6 y
Juan 16:13-14). Entonces podemos
comenzar una relación personal con Dios. Para conocerlo a profundidad debemos
leer la Biblia comenzando con el Nuevo Testamento donde se habla especialmente
de Jesús, y para mantener una comunicación permanente con él debemos orar, que
es hablarle de todo lo que necesitamos decirle, pedirle, agradecerle. Nuestro amor por él se lo demostramos
obedeciendo sus mandamientos porque él dijo: “El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos
nuestra vivienda en él” (Juan 14:23).
Ahora bien si has leído este mensaje
es que Jesús te tenía escogido para que fueras su discípulo.
Él nos afirma “No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los
comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les
dará todo lo que le pidan en mi nombre” (Juan 15:16).
Esto significa que Jesús quiere que
esta relación con él nunca se acabe y que haya un cambio en tu vida porque Dios
quiere bendecirte dándote todo lo que necesites para ser feliz: “Hasta ahora no han pedido nada en mi
nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa” (Juan 16:24).
Oración para
recibir a Jesús
Señor
Jesucristo, creyendo que tú eres el Hijo
de Dios que te hiciste hombre por mí y me reemplazaste en la cruz muriendo en
mi lugar por todos mis pecados, pero resucitaste de entre los muertos, te abro
la puerta de mi corazón y te recibo como mi único Señor y Salvador. Te consagro
mi vida y a todos los seres que amo para que tú nos gobiernes en tu divina y
perfecta voluntad y nos ayudes a conocerte, obedecerte y servirte desde ahora y
para siempre. En tu nombre Señor Jesucristo, amén y amén.
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