jueves, 1 de octubre de 2015


HALLOWEEN



Esta celebración no es tan inocente como parece. Se originó en parte en el culto a los muertos. Los brujos y sacerdotes satánicos han utilizado el 31 de 0ctubre para rendir culto al diablo y dañar a los niños y a sus familias. Antón Lavey, autor de la “biblia satánica” y sumo sacerdote de la iglesia de satanás, dice que el día más importante para los seguidores del maligno es el de halloween. Afirma que esta noche, los poderes satánicos ocultos y las obras de la brujería alcanzan su potencial más alto, y que cualquier brujo u ocultista que haya tenido dificultad con un hechizo o maldición, puede lograr el éxito el 31 de octubre porque satanás y sus poderes están en su punto de más fuerza. Los seguidores del príncipe de las tinieblas y de la mentira, aseguran que durante la noche del halloween, los ángeles caídos y todos los espíritus malignos, recorren el mundo entero. En muchos países se realizan misas negras, cultos espiritistas y toda clase de reuniones relacionadas con el ocultismo y la maldad. Los dibujos de brujas, muertos andantes, vampiros, arañas y telarañas, etc., son engendros del mal. El halloween por sí misma es una “celebración de la maldad”. Los disfraces con figuras diabólicas y de ocultismo traen cadenas de muerte, accidentes, miedos, rebeldía, maldad y maldiciones. Por eso, esta noche en especial, los padres debieran estar en su hogar con sus hijos reunidos en familia y no dejar salir a sus niños por las calles ni ponerles disfraces satánicos, sino explicarles los peligros que traen estas celebraciones diabólicas. Y lo mejor que pueden hacer los papitos es consagrar a sus hijos al Dios vivo y verdadero y pedirle que gobierne su hogar y sus vidas, con una oración de fe como la siguiente: Señor Jesucristo, yo te necesito. Creo que tú eres el Hijo de Dios que tomaste mi lugar en la cruz, para llevar tú el castigo de mis pecados; moriste para que yo viviera, pero tú resucitaste de entre los muertos por el poder del Padre Celestial. Yo renuncio a todas las obras de las tinieblas y te abro la puerta de mi corazón. Te recibo y te reconozco como mi único Señor y Salvador. Te consagro mi vida, mis hijos y a todos mis seres queridos para que tú nos gobiernes y nos guardes desde ahora y para siempre. En tu nombre santo, señor Jesucristo, amén y amén.



Y Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano” (Juan 10:27-28). Con Cristo, ya nada tenemos qué temer. “A cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). “Sabemos que el que ha nacido de Dios no está en pecado. Jesucristo que nació de Dios, lo protege, y el maligno no llega a tocarlo” (1ª Juan 5:18).

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