¿SABES PORQUÉ JESUCRISTO SE HIZO HOMBRE SIENDO DIOS?
“En el principio ya existía la Palabra ; y aquel que es la Palabra estaba con Dios y
era Dios…Aquel que es la
Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros”
(Juan 1:1-14).
Porque
el pecado separó al hombre de Dios cuando Adán y Eva dejaron de escuchar la voz
de su Creador para escuchar la voz de la criatura, esto es la serpiente,
satanás, que siempre buscará hacernos creer que lo que Dios dice es mentira
(Génesis 3:1-6).
La idolatría, originó esclavitud
La
idolatría de Adán y Eva trajo la esclavitud del pecado sobre la humanidad: “Pues lo invisible de Dios se puede llegar a
conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo
fue creado, claramente se ha podido ver
que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no
tienen disculpa. Pues aunque han conocido a Dios, no lo han honrado como a Dios
ni le han dado gracias. Al contrario, han terminado pensando puras tonterías, y
su necia mente se ha quedado a oscuras. Decían que eran sabios pero se hicieron
tontos; porque han cambiado la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre
mortal, y hasta por imágenes de aves, cuadrúpedos y reptiles. Por eso Dios los
ha abandonado a los impuros deseos que hay en ellos, y han cometido unos con
otros acciones vergonzosas. En lugar de la verdad de Dios, han buscado la
mentira, y han honrado y adorado las cosas creadas por Dios y no a Dios mismo
que las creó y que merece alabanza por
siempre. Amén”… Como no quisieron
reconocer a Dios, Él los ha
abandonado a sus perversos pensamientos para que hagan lo que no deben” (Romanos
1:20-28).
Consecuencias del pecado
Desde
entonces, el pecado trajo la separación entre Dios y el hombre: “Por eso Dios el Señor sacó al hombre del jardín
del Edén… puso al oriente del jardín unos seres alados y una espada ardiente
que daba vueltas hacia todos lados” (Génesis 3:23-24). “Pero las maldades cometidas por ustedes han levantado una barrera
entre ustedes y Dios; sus pecados han hecho que él se cubra la cara y que no
los quiera oír” (Isaías 59:2).
Solución divina
Fue
necesario que Dios enviara a su Hijo a hacerse hombre y ser tentado en todo
pero sin pecar: “Pues nuestro sumo
sacerdote puede compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo
sometido a las mismas pruebas que nosotros; sólo que él jamás pecó”
(Hebreos 4:15). Como el Señor Jesucristo no pecó, venció al pecado y pudo tomar
nuestro lugar y reemplazarnos en la cruz llevando el castigo de todos nuestros
pecados: “Todos nosotros nos perdimos
como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobe él
la maldad de todos nosotros” (Isaías 53:6). Él murió en nuestro lugar, porque el castigo del pecado era la muerte en la cruz, pero siendo inocente, la muerte no lo pudo retener; por eso Él resucito y vive para siempre y es el único que puede borrar nuestros pecados.
Cómo morir para nacer de nuevo
Y como
Jesucristo pudo resistir todas las tentaciones es el único que nos puede hacer
morir al pecado y experimentar el nuevo nacimiento que él quiere producir en
nosotros: “Jesús le dijo: ‘Te aseguro que
el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).
Sólo
si le rendimos nuestra vida para que Él sea el Señor y ocupe el primer lugar en
nuestro corazón, podremos morir al pecado y experimentar esa nueva vida de
obediencia a Dios. Por eso Él dice en la parábola de la vid: “Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el
que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta; pero si da uvas, la
poda y la limpia para que dé más, Ustedes ya están limpios por las palabras que
les he dicho. Sigan unidos a mí como yo sigo unido a ustedes. Una rama no puede
dar uvas de sí misma, si no está unida a la vid; de igual manera ustedes no
pueden dar fruto, si no permanecen unidos a mí” (Juan 15: 1-5).
Y
la savia que Jesucristo nos da es el Espíritu Santo, sus ríos de agua viva de
que habló en Juan 7: 38: “Si alguien
tiene sed, venga a mí, y, el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura , del interior
de aquel correrán ríos de agua viva”. Y “Lo que el Espíritu produce es amor,
alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio
propio” (Gálatas 5: 22-23).
Pero este precioso milagro de amor sólo
sucede cuando:
1.
Reconocemos
ante Dios nuestros pecados: “Si confesamos nuestros pecados, podemos
confiar en que Dios que es justo nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará
de toda maldad” (1ª Juan 1:9).
2.
Aceptamos el
sacrificio que Él hizo por nosotros y lo reconocemos como nuestro único Señor,
y Salvador, creyendo que resucitó de entre los muertos: “Porque Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que
todo aquel que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no
envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para salvarlo por medio de
Él” (Juan 3:16-17). “Si con tu boca
reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó,
alcanzarás la salvación” (Romanos 10:9). “En ningún otro hay salvación, porque en todo el mundo Dios no nos ha
dado otra persona por la cual podamos salvarnos” (Hechos 4:12). Y Cristo
mismo nos promete “Mira, yo estoy
llamando a la puerta; si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré…”
(Apocalipsis 3:20).
3.
Perdonamos a
todos los que nos han hecho daño y aceptamos el perdón y el amor que Jesucristo
nos brinda: “Todo lo que ustedes pidan en
oración, crean que lo han conseguido y lo recibirán. Y cuando estén orando,
perdonen lo que tengan contra otro, para que también su Padre que está en el
cielo les perdone a ustedes sus pecados” (Marcos 11:24-25). “Por lo tanto, el
que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se
convirtieron en algo nuevo” (2ª
Corintios 5: 17).
Tú decides
Como
orar es hablar con Dios con palabras sinceras, y fe es creer sin ver (Juan 20:
27-29) ahora mismo si tú decides
hacerlo, podrás experimentar el
cumplimiento de esta palabra en tu vida (el perdón total de tus pecados y el
poder que procede del Espíritu Santo para hacer la voluntad del Padre)
diciéndole al Señor Jesucristo la siguiente oración:
SEÑOR JESUCRISTO, YO RECONOZCO
QUE SOY PECADOR, PERO HOY TE PIDO PERDÓN Y DECIDO ACEPTAR EL SACRIFICIO QUE HICISTE POR MÍ EN LA CRUZ. LIMPIA CON TU
SANGRE PRECIOSA TODAS LAS ÁREAS DE MI VIDA Y HAZ QUE TU SANTO ESPÍRITU PRODUZCA
EN MÍ EL FRUTO PRECIOSO QUE ME PERMITA MORIR AL PECADO Y NACER DE NUEVO PARA
AGRADARTE, SERVIRTE Y GLORIFICARTE, DESDE AHORA Y PARA SIEMPRE. TE ABRO LA PUERTA DE MI VIDA Y TE
RECIBO Y TE RECONOZCO COMO MI ÚNICO SEÑOR Y MI ÚNICO SALVADOR, CREYENDO QUE TÚ ERES EL HIJO DE
DIOS, HECHO HOMBRE, QUE MORISTE Y RESUCITASTE DE ENTRE LOS MUERTOS PARA
LIBERTARME DEL CASTIGO Y DEL PODER DEL PECADO. YO PERDONO DE CORAZÓN A TODOS
LOS QUE ME HAN HECHO DAÑO Y ACEPTO TU PERDÓN POR TODOS MIS PECADOS. RENUNCIO AL PASADO, A TODO LO QUE ESTÉ LIGANDO MI VIDA, Y ROMPO ESAS LIGADURAS. TE CONSAGRO
MI VIDA PARA QUE HAGAS CONMIGO LO QUE TÚ QUIERAS. EN TU NOMBRE SANTO, SEÑOR
JESUCRISTO, AMÉN Y AMÉN.
Cómo permanecer en Cristo
Para perseverar en Cristo debemos mantener una
relación personal, continua, vertical, permanente de oración y lectura de su
palabra, huyendo y resistiendo a la tentación cuando llegue (Romanos 13:14; 1ª
Corintios 6:18; 2ª Timoteo 2:22; Santiago 4:7; 2ª Pedro 1:3-11).
Y para conocer a Jesús debemos leer el Nuevo
Testamento pidiéndole al mismo Jesucristo, que nos lo revele por el Espíritu
Santo: “Cuando una persona se vuelve al
Señor, el velo se le quita. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el
Espíritu de Señor, allí hay libertad” (2ª Corintios 3:16-17). También
debemos reconocer ante Él todo pecado que nos esté esclavizando y pedirle con
todo el corazón que lo desarraigue de nuestra vida para siempre. Aunque siempre
tendremos que reconocer que pecamos de muchas maneras, recordemos que “Si confesamos nuestros pecados, podemos
confiar en que Dios que es justo nos perdonará nuestros pecados y nos limpiará
de toda maldad. Como dijera el apóstol Pablo: “No quiero decir que yo ya lo haya conseguido todo, ni que ya sea
perfecto; pero sigo adelante con la esperanza de alcanzarlo, puesto que Cristo
Jesús me alcanzó primero. Hermanos, no digo que yo mismo ya lo haya alcanzado;
lo que sí hago es olvidarme de lo que queda atrás y esforzarme por alcanzar lo
que está delante, para llegar a la meta y ganar el premio celestial que Dios
nos llama a recibir por medio de Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-14).
Y LA VERDAD LOS HARÁ LIBRES
“Vengan a mí todos ustedes que
están cansados de sus trabajos y cargas,
y yo los haré descansar. Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que
soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo que
les pongo y la carga que les doy a llevar, son ligeros” (Mateo 11:28-30).
“Ustedes no me escogieron a mí,
sino que yo los he escogido a ustedes y les he encargado que vayan y den mucho
fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan
en mi nombre” (Juan 15:16).
“Si ustedes se mantienen fieles a
mi palabra, serán de veras mis discípulos; y conocerán la verdad y la verdad
los hará libres” (Juan 8:32-32).
Jesucristo
que los ama con amor eterno
*Textos de la
Biblia versión “Dios Habla Hoy”